Hacia una España Mejor

miércoles, febrero 22, 2006

PAZ



Uno de abril de 1939, después de casi tres largos años de guerra, de pesadilla de destrucción y de muerte, acaba una trágica contienda civil que enfrentó a hermanos contra hermanos y que costó un millón de muertos.
Dolorosas y sangrantes heridas quedaron abiertas en el corazón de todos los españoles de uno y otro bando. Rara era la familia que no había sufrido en sus carnes la pérdida del padre, de un hijo, de un hermano y de algún otro familiar más o menos cercano pero no por ello menos querido. Tras aquella tragedia quedaron odios y rencores que lo españoles supimos superar y ello no fue por el hecho de que durante cuarenta años se nos gobernó dictatorialmente y que por tanto nadie se podía mover, no, fue porque los españoles deseábamos convivir en paz y ser eso: hermanos. Esto lo pudimos demostrar a partir del 20 de noviembre de 1975 y sobre todo después del 6 de diciembre de 1978 día en que se aprobó nuestra Constitución y se pudo demostrar como los españoles nos manifestábamos en libertad y habíamos enterrado, y por tanto superado desde hacía mucho tiempo, aquellos odios y rencores.
Hoy nuestro país, los españoles, vivimos en paz, aunque esta se vea perturbada por esa lacra del terrorismo que nos ha causado un millar de muertos. Desde mi respeto a las víctimas del terrorismo, a los muertos en atentados, quiero decir que para mi una sola víctima es tan importante y dolorosa como el millar antes citado y el millón de muertos en nuestra guerra civil. Aclarado esto quiero ser un poco el pensamiento de esas mil víctimas y decir públicamente que si ellas pudieran manifestarse seguro estoy de que su máximo deseo sería el de que se consiguiera la paz y que el terrorismo cesara en España para que de este modo nadie pudiera sufrir la violencia y la muerte como ellas la padecieron. En pocas palabras: que abogarían porque se firmara la paz.
El odio y la venganza no son el mejor camino para llegar a la paz. Si lo son en cambio, la generosidad y el perdón. Aquí no debe haber vencedores y vencidos. El único ganador tiene que ser la sociedad española en su conjunto.
Si es que los españoles no somos capaces de superar la pasión que el terrorismo ha despertado en nuestros corazones es que en este país se está acabando ese espíritu de convivencia que nos llevó a perdonarnos los unos a los otros después de aquella tragedia que acabó el uno de abril de 1939.