Las escuchas y el octavo mandamiento
Rajoy, Cospedal, Trillo, Ana Mato, acusan a diario al Gobierno de estar practicando escuchas ilegales a miembros del Partido Popular. Lo dicen con el mayor desparpajo y sin tener pruebas de ello. Es evidente que si las tuvieran las hubieran hecho públicas y presentado ante la Justicia.
Pero no es esto lo que a mí me llama la atención. Lo que de algún modo me tiene expectante es el que dirá la Iglesia Católica de toda esta sarta de mentiras que a diario nos ofrecen desde el Partido Popular. Dice el octavo mandamiento: “No dirás falso testimonio ni mentirás”. Queda muy claro que con esto de las escuchas en el PP están mintiendo a diario. ¿Cómo ve esto la Iglesia Católica, los obispos? ¿Cómo la Iglesia Católica, los obispos, apoya a quienes viven en constante pecado? ¿O es que el octavo mandamiento no afecta a los políticos?
Es muy posible que Rajoy, Cospedal, Trillo, Ana Mato y otros del PP se confiesen y comulguen a diario y se les aplique una penitencia con la que se les dispensa de sus pecados cotidianos con lo cual desde que se acuestan por la noche hasta que se levantan por la mañana están libres de pecado y ¡hala! a pecar de nuevo y así una y otra vez. Hay quienes solo quieren a Dios para tener a alguien que les perdone, pero de ahí a respetar sus reglas media un abismo.
La mentira, lo diga el octavo mandamiento o no, es lo más vil rastrero y miserable que una persona pueda utilizar para obtener un beneficio. Nada justifica la mentira cuando esta se utiliza para hacer daño a alguien. Su práctica habitual, como es el caso de muchos dirigentes de la derecha, habla poco a favor de quienes la utilizan como comodín para sacar adelante sus intenciones, sus malas intenciones. Los que practican a diario el acto de mentir no son individuos de los que te puedas fiar por que tienen tan arraigado el hecho de mentir que sin pretenderlo, de forma compulsiva, no lo pueden evitar, pasa a formar parte de su habitual forma de ser, mienten por obligación porque no son capaces de convencer a nadie con la verdad, no conocen la verdad, están tan instalados en la mentira que se sienten cómodos dentro de ella.
Acabo con la misma expectación con que comencé esta reflexión: ¿No puede parar la Iglesia Católica, los obispos, a esta pandilla de mentirosos? ¿Se soluciona esta anomalía con una simple confesión ante el cura y el acto de comunión diaria? No sé si el octavo mandamiento afecta a los políticos o no, pero si pienso que los dirigentes del PP pasan de él.
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