Unos nacen con estrella...
Querido lector, estoy seguro de que usted coincidirá conmigo en que aquello que dice: “Unos nacen con estrella y otros nacen estrellados” es una frase que expresa, una vez más, la realidad de la vida y que este conjunto de palabras viene a poner de manifiesto las venturas de unos y las desgracias de otros.
Lo anteriormente dicho está relacionado con el popular Carlos Fabra, presidente de la Diputación Provincial de Castellón, que si no tuvo suficiente “buena estrella” cuando la Audiencia Provincial de Castellón decidió que cuatro de los cinco delitos fiscales de los que se acusaba a Fabra, estaban prescritos, o sea, que estuvieron por alguna mesa o de aquí para allá dando vueltas hasta que se dio el tiempo legal para proceder a su prescripción, posiblemente, y para que todo quedara “atado y bien atado”, la Audiencia dispuso que no cabía recurso alguno sobre esta decisión. La Abogacía del Estado, la que ha de velar por los intereses del Estado, asumió, por lo que se ha podido saber, estos hechos consumados y no recurrió, cosa que sí hizo tanto la Fiscalía Anticorrupción y la acusación popular en los plazos previstos y consiguió el que sea el Tribunal Supremo el que revisara los plazos de prescripción. Ahora la abogacía del Estado ha recurrido fuera de plazo y como mucho podrá adherirse al recurso de la fiscalía o al de la acusación popular. Es evidente que la abogacía del Estado no ha estado todo lo “ágil” que en estos casos se precisa y que con esta actitud puede posibilitar el que no se pueda actuar con éxito ante, como en el caso de Fabra, presuntos defraudadores. Sin ningún ánimo de crítica, ni mucho menos de censura, hacia esta institución pública hay que decir que estamos en unos tiempos, y siempre, en que el fraude fiscal debe ser perseguido hasta sus últimas consecuencias para que no hayan “privilegiados” de alto “standing” que escapen a su obligación de contribuir a que las arcas públicas, el Tesoro Público, “gocen de buena salud” y que no sean, los de siempre, los menos privilegiados, los que carguen con este menester.
Es posible que la Abogacía del Estado pueda adherirse al recurso de la Fiscalía Anticorrupción o al de la acusación popular, cosa que habría que celebrar. En cualquier caso la Abogacía del Estado ha estado a punto de “rematar” la faena que hizo la Audiencia Provincial de Castellón decretando la prescripción y la imposibilidad, en un principio, de presentar recurso.
De todos modos y en el caso de Fabra, se le pueden aplicar dos frases: La primera y antes señalada, aquella de que “vale más caer en gracia que ser gracioso” y otra la que dice que “unos nacen con estrella y otros nacen estrellados”. Hasta ahora las circunstancias más favorables para él son las que mejor fortuna reúnen en ambas frases: “Caer en gracia” y “nacer con estrella”. Pero no olvidemos que los “estados de gracia” y la “suerte” no son eternos.
Lo anteriormente dicho está relacionado con el popular Carlos Fabra, presidente de la Diputación Provincial de Castellón, que si no tuvo suficiente “buena estrella” cuando la Audiencia Provincial de Castellón decidió que cuatro de los cinco delitos fiscales de los que se acusaba a Fabra, estaban prescritos, o sea, que estuvieron por alguna mesa o de aquí para allá dando vueltas hasta que se dio el tiempo legal para proceder a su prescripción, posiblemente, y para que todo quedara “atado y bien atado”, la Audiencia dispuso que no cabía recurso alguno sobre esta decisión. La Abogacía del Estado, la que ha de velar por los intereses del Estado, asumió, por lo que se ha podido saber, estos hechos consumados y no recurrió, cosa que sí hizo tanto la Fiscalía Anticorrupción y la acusación popular en los plazos previstos y consiguió el que sea el Tribunal Supremo el que revisara los plazos de prescripción. Ahora la abogacía del Estado ha recurrido fuera de plazo y como mucho podrá adherirse al recurso de la fiscalía o al de la acusación popular. Es evidente que la abogacía del Estado no ha estado todo lo “ágil” que en estos casos se precisa y que con esta actitud puede posibilitar el que no se pueda actuar con éxito ante, como en el caso de Fabra, presuntos defraudadores. Sin ningún ánimo de crítica, ni mucho menos de censura, hacia esta institución pública hay que decir que estamos en unos tiempos, y siempre, en que el fraude fiscal debe ser perseguido hasta sus últimas consecuencias para que no hayan “privilegiados” de alto “standing” que escapen a su obligación de contribuir a que las arcas públicas, el Tesoro Público, “gocen de buena salud” y que no sean, los de siempre, los menos privilegiados, los que carguen con este menester.
Es posible que la Abogacía del Estado pueda adherirse al recurso de la Fiscalía Anticorrupción o al de la acusación popular, cosa que habría que celebrar. En cualquier caso la Abogacía del Estado ha estado a punto de “rematar” la faena que hizo la Audiencia Provincial de Castellón decretando la prescripción y la imposibilidad, en un principio, de presentar recurso.
De todos modos y en el caso de Fabra, se le pueden aplicar dos frases: La primera y antes señalada, aquella de que “vale más caer en gracia que ser gracioso” y otra la que dice que “unos nacen con estrella y otros nacen estrellados”. Hasta ahora las circunstancias más favorables para él son las que mejor fortuna reúnen en ambas frases: “Caer en gracia” y “nacer con estrella”. Pero no olvidemos que los “estados de gracia” y la “suerte” no son eternos.
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