¿Es España un país de gandules?
Es curioso, resulta que tanto el presidente del Gobierno y sus ministros tienen la potestad de nombrar a los altos cargos de sus correspondientes gabinetes y pagarle un opíparo sueldo con cargo a los contribuyentes, altos cargos que en muchos casos se trata de personajes que podríamos tildar de “don nadie” que nadie les conoce y que nada se sabe de su vida y milagros salvo el que los ha nombrado que en muchos casos lo hace por puro amiguismo y se creen con derecho a maltratar a quien se les antoje.
Estos personajes, más bien personajillos dada su actitud irrespetuosa hacia los demás, creen que por el mero de ser nombrados, en muchos casos equivocadamente, tienen vía libre para insultar a todos aquellos que les venga en gana. Este es el caso del secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, que en su casa le conocerán, que se ha tomado la licencia, muy posiblemente por pensar que el cargo le da ese derecho, de insultar a los funcionarios y demás trabajadores llamándoles gandules. De los funcionarios ha dicho que se “olviden de tomar el cafelito y de leer el periódico” porque, según él, es necesario ser más efectivos en el desempeño del trabajo. En el mismo saco ha metido al resto de trabajadores al considerar esencial que tanto los trabajadores públicos como privados saquen adelante la productividad de las empresas por que aseguró que “todos servimos a lo mismo. Servimos a España”.
La verdad es que por el mero hecho de tratar tan despectivamente a las personas trabajadoras, sean funcionarios de la Administración o trabajadores por cuenta ajena, este sujeto no merece otra cosa mejor que el que le cesen de inmediato, pero no, esto no se va a producir, esto forma parte de la prepotencia y de la chulería que caracteriza a la derecha.
Hace pocos días circulaban en los medios de comunicación unas listas con los nombres de esposos/as, hijos/as, cuñados/as, primos/as y demás parientes y como no, de amigos/as de altos cargos del Partido Popular que han sido “colocados”, puestos a dedo, tanto en las distintas administraciones públicas como en importantes empresas privadas. Nos gustaría que este ilustre varón nos aclarara cual es el horario de trabajo de estos “colocados” y que es lo que realmente están haciendo en los cometidos que se les hayan podido asignar. Si es que realmente les han asignado algún trabajo en concreto. Sería muy interesante que nos dijeran cuantas veces salen estos a tomar café, cuánto tiempo dedican a leer el periódico o cuantas horas emplean para estar con los pies sobre la mesa de su despacho, esto último en el caso de que vayan todos los días a trabajar, que tengo mis dudas de que así lo hagan.
Yo creo que el secretario de Estado de Administraciones Públicas se ha extralimitado en sus atribuciones, España no es un país de gandules. España es un país donde a los funcionarios se les rebaja el sueldo porque los gobernantes actuales, verdaderos incompetentes, no encuentran otra fórmula para salir de la crisis y los trabajadores por cuenta ajena son explotados haciendo horas extra que no se les pagan y despidiéndoles por cuatro perras gordas. No es cierto lo que Beteta dice, pero con estos “incentivos” no creo que funcionarios y trabajadores por cuenta ajena puedan echarle mucho “entusiasmo” a la cosa. Creo que alguien debería obligar al secretario de Estado a pedir perdón.
Estos personajes, más bien personajillos dada su actitud irrespetuosa hacia los demás, creen que por el mero de ser nombrados, en muchos casos equivocadamente, tienen vía libre para insultar a todos aquellos que les venga en gana. Este es el caso del secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, que en su casa le conocerán, que se ha tomado la licencia, muy posiblemente por pensar que el cargo le da ese derecho, de insultar a los funcionarios y demás trabajadores llamándoles gandules. De los funcionarios ha dicho que se “olviden de tomar el cafelito y de leer el periódico” porque, según él, es necesario ser más efectivos en el desempeño del trabajo. En el mismo saco ha metido al resto de trabajadores al considerar esencial que tanto los trabajadores públicos como privados saquen adelante la productividad de las empresas por que aseguró que “todos servimos a lo mismo. Servimos a España”.
La verdad es que por el mero hecho de tratar tan despectivamente a las personas trabajadoras, sean funcionarios de la Administración o trabajadores por cuenta ajena, este sujeto no merece otra cosa mejor que el que le cesen de inmediato, pero no, esto no se va a producir, esto forma parte de la prepotencia y de la chulería que caracteriza a la derecha.
Hace pocos días circulaban en los medios de comunicación unas listas con los nombres de esposos/as, hijos/as, cuñados/as, primos/as y demás parientes y como no, de amigos/as de altos cargos del Partido Popular que han sido “colocados”, puestos a dedo, tanto en las distintas administraciones públicas como en importantes empresas privadas. Nos gustaría que este ilustre varón nos aclarara cual es el horario de trabajo de estos “colocados” y que es lo que realmente están haciendo en los cometidos que se les hayan podido asignar. Si es que realmente les han asignado algún trabajo en concreto. Sería muy interesante que nos dijeran cuantas veces salen estos a tomar café, cuánto tiempo dedican a leer el periódico o cuantas horas emplean para estar con los pies sobre la mesa de su despacho, esto último en el caso de que vayan todos los días a trabajar, que tengo mis dudas de que así lo hagan.
Yo creo que el secretario de Estado de Administraciones Públicas se ha extralimitado en sus atribuciones, España no es un país de gandules. España es un país donde a los funcionarios se les rebaja el sueldo porque los gobernantes actuales, verdaderos incompetentes, no encuentran otra fórmula para salir de la crisis y los trabajadores por cuenta ajena son explotados haciendo horas extra que no se les pagan y despidiéndoles por cuatro perras gordas. No es cierto lo que Beteta dice, pero con estos “incentivos” no creo que funcionarios y trabajadores por cuenta ajena puedan echarle mucho “entusiasmo” a la cosa. Creo que alguien debería obligar al secretario de Estado a pedir perdón.
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