Con la venia de sus señorías
Ante la situación de indecencia que como consecuencia de la falta de honestidad y de decencia que a diario ponen de manifiesto individuos de la clase política y civil relacionados con los primeros, me permito dirigir esta carta abierta a todos los miembros de la judicatura para hacerles partícipes del malestar y la preocupación que constantemente nos afecta a los ciudadanos, creo que a la inmensa mayoría de ellos, al presenciar tan bochornosos como vergonzantes actos de corrupción que se están dando en España.
Señorías, los españoles somos conscientes de la constante lucha con el poder legislativo y el ejecutivo que mantiene la magistratura para que les proporcionen mejores medios tanto en lo que se refiere a mejorar los textos legales haciendo más acorde con las sanciones a aplicar ante la situación delictiva del hecho cometido. Sabemos que sus propuestas, sus aportaciones y su experiencia no son tenidos en cuenta, en la inmensa mayoría de los casos, por los legisladores, por los políticos, para ajustar a la realidad sus dictámenes muchos de los cuales, a pesar de su explicación técnica, que la hay, no entienden los españoles de a pie. Sabemos que su lucha demandando medios legales y materiales para acabar con la corrupción política es una misión imposible, los legisladores, los político en definitiva, no se van a echar piedras sobre su propio tejado y su parcialidad a la hora de legislar o modificar los textos legales endureciendo su contenido en lo que a su efecto corrector se refiere deja mucho que desear. Ni que decir tiene que no están por la labor de dotar de todo tipo de medios humanos y materiales a la Administración de Justicia y los casos se eternizan y pasan los años hasta el punto de que casos de corrupción verdaderamente indecentes e inaceptables perpetrados por políticos pasan al olvido. Se podría poner como ejemplo en ya más que célebre caso Carlos Fabra.
Señorías, les supongo enterados de que un 8 de febrero de 1993 saltaba a los medios de comunicación la noticias de que Aznar anunciaba la creación de un “código ético” para la política y que un 11 de noviembre de 2009 Mariano Rajoy anunciaba que el PP endurecería su código ético para casos de corrupción al propio tiempo que el dirigente popular, hoy presidente del Gobierno, emplazaba a los partidos políticos a hacer un esfuerzo para “elegir mejor” a sus representantes. Once días después. El 22 de noviembre de 2009, Rajoy proponía al resto de partidos 50 medidas para luchar contra la corrupción. El 6 de marzo de 2011 el expresidente de la Generalitat Valenciana, Francesc Camps, firmaba un texto en el que se pedía endurecer el Código Penal para delitos de corrupción. Y no hay que olvidar que el 21 de octubre de 2009 nos informaban los medios de que el PP aprobaría el próximo mes, o sea en noviembre de 2009, su nuevo Código de Buenas Prácticas. Nada de eso ha servido para frenar la corrupción, el Partido Popular se ha visto envuelto en el caso Gürtel, en el caso Bárcenas, en el caso Palma Arena, en el caso Brugal y en el llamado caso Cooperación con el escándalo de una ONG empleando el dinero concedido para ayudas a los países en desarrollo en la compra de pisos y el caso de las basuras en Torrevieja. Mucho Código Ético, mucha propuesta de medidas para la lucha contra la corrupción, mucha petición de endurecer el Código Penal y mucho Código de Buenas Prácticas, cuyo resultado no es otro que el de que el Partido Popular está carcomido por los casos de corrupción.
Señorías, el pasado once de abril la prensa nos contaba que los jueces valencianos investigan 141 causas de corrupción política algo que no deja en muy buen lugar al PP valenciano si tenemos en cuenta que la prensa informaba, el 13 de diciembre de 2005, de que el PP rechazaba en las Cortes Valencianas la aprobación de un código ético para altos cargos y organismos públicos. Hoy en la bancada del PP en las Cortes Valencianas se sientan nueve imputados y las listas del PP, en las pasadas elecciones estaban llenas de ellos. Las cosas no pasan por casualidad, ocurren porque no hay una política seria, honesta y decente para impedir que estas ocurran.
Señorías, en sus manos está, tienen dificultades para hacerlo, me consta, el que en este país se restaure la decencia. Sus señorías son el último bastión, la última fortaleza que le queda a este país para salvaguardar la decencia y que por ello los españoles nos sintamos orgullosos de serlo, hoy estamos abochornados ante tanta indecencia. Con los políticos está claro que no se puede contar. Señorías, hagan lo que buenamente puedan y más si es posible, aunque me consta de que lo hacen partiendo de antemano con una enorme falta de apoyos de todo tipo.
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