La derecha sin rumbo
Desde el 20 de noviembre de 1975, día de buenos recuerdos para unos y de malos para otros, la derecha ha perdido el rumbo. Es evidente que con la muerte del dictador y el posterior advenimiento de la democracia, la derecha se llevó una gran desilusión, les habían dicho que todo estaba atado y bien atado y ello propició el que no se preocuparan demasiado de cual iba a ser su futuro. Se confiaron y creyeron que nada iba a cambiar, que seguirían como siempre subidos en el carro mientras el resto de los españoles seguirían mostrándose sumisos y sin desear cambio político alguno, pero se equivocaron, los españoles no querían seguir siendo súbditos de un dictador y además querían la libertad, la democracia, y eso se manifestó en la calle casi inmediatamente después de morir aquel general de tan triste recuerdo.
Más de veinte años tuvo que esperar la derecha para coger de nuevo el poder y nuevamente empezó a mostrarse como la derecha de siempre: Intolerante, cerril, prepotente y despótica y como siempre queriendo hacer ver a los ciudadanos que lo que estos veían con sus propios ojos y oían a través de sus oídos no era cierto, la verdad, al igual que con la dictadura, era todo lo que se transmitía desde el Gobierno de Aznar. Buena prueba de ello fue todo lo que desde el Ejecutivo de Aznar se difundió en relación con el atentado del 11-M. La mentira no había sido desmontada por la derecha a pesar de la muerte del dictador, seguían y siguen instalados en ella. Siguen con la pretensión de gobernar en un mundo de ciegos y sordos y eso es imposible, ya no estamos en los años anteriores a la Guerra Civil ni en los largos años de la dictadura, estamos en el siglo XXI y hoy en España todo el mundo sabe leer y escribir y ha pasado de la intuición de la que se servía el ciudadano mal preparado intelectualmente para discernir sobre todo aquello que podía afectarle, a la posesión de una capacidad de análisis sobre todo lo que le rodea y que tiene relación directa sobre sus derechos y obligaciones y por ello, ya no se le puede manipular tan fácilmente como la derecha lo hizo durante casi cuarenta años y lo intentó durante otros ocho.
Buena prueba de que andan bastante desorientados, no han querido asimilar que estamos en una democracia, en las que una veces se gana y otras se pierde, es que siguen con sus “españoladas” de siempre; no es sorprendente el ver aún a algunos de sus cargos públicos, principalmente mujeres, participar en una procesión y presidirla con la mantilla y la peineta a las que tanto apego tenía la esposa del dictador.
Resulta difícil, por muchas cremas que se quieran aplicar, desprenderse de la pelusilla. La cabra siempre tira al monte.
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