La letanía de Rajoy
Si se ha fijado usted bien, se habrá dado cuente de que Mariano Rajoy, el presunto líder de la derecha, en sus comparecencias públicas ya sea en el Congreso de los Diputados o ante los militantes y simpatizantes del Partido Popular, lo que dice lo expone sin ningún tipo de convicción, da la impresión de que lo que está diciendo ni a él mismo le convence. No pone énfasis alguno para dar a sus críticas al Gobierno un mínimo de fuerza para impregnarles veracidad. Cuando enumera las, según él, causas de la crisis y las soluciones que él aplicará para acabar con ella lo hace a un ritmo de oratoria que da la impresión de que está rezando el rosario. Suena como una letanía o lo que es lo mismo como el rezo de los monjes benedictinos en el coro. Más bien parece un monje leyendo los textos sagrados en el refectorio mientras el resto de la comunidad da buena cuenta de la comida. Ahora me explico por que en el PP a esa reunión matinal de sus hombres importantes le llaman “maitines”. Rajoy ya ha entrado en la rutina y le ocurre lo mismo que a algunos que cuando están oficiando la misa, y sobre todo en las homilías, están más bien trabajando que procurando que el comentario que hace después de leer en la misa los textos sagrados sirva para dar a los fieles ejemplo de algo que les pueda ayudar a ser mejores.
El pasado fin de semana el PP dedicó dos jornadas a una convención económica, por cierto, en dicha asamblea los expertos de PP han llegado a la conclusión de que para mejorar la economía lo que hay que hacer es congelar los salarios, y hacer que el despido sea más barato así como llevar a cabo recortes en sanidad y educación. Menos mal que no han pensado en que todos aquellos que estén en el paro paguen a los empresarios si quieren que estos les den trabajo. Como dijo aquel: “Resulta que le he dado trabajo a este y encima quiere que le pague un sueldo”. Pero me estoy saliendo del meollo de la cuestión. En dicha convención habló el presidente de la Generalitat Valenciana, Francesc Camps, y después Rajoy. Según la prensa Camps levantó de sus asientos a sus fieles y Mariano Rajoy estuvo sin chispa y la respuesta de los asistentes fue más bien floja. En favor de lo poco jaleado que fue Rajoy, hay que decir que Camps está en disposición de repartir puestos de trabajo y cargos remunerados y Rajoy no. En estas cosas de la política todo ayuda y más si se tiene algo para repartir.
De todos modos en política no es muy positivo el comportarse públicamente como si se estuviera rezando el rosario. Eso, para el que lo escucha, le suena a rutina y la rutina lleva al aburrimiento y el aburrimiento lleva a la pérdida de atención y la pérdida de atención lleva a que el orador pase sin pena ni gloria. Así está pasando Rajoy por el escenario político.
El pasado fin de semana el PP dedicó dos jornadas a una convención económica, por cierto, en dicha asamblea los expertos de PP han llegado a la conclusión de que para mejorar la economía lo que hay que hacer es congelar los salarios, y hacer que el despido sea más barato así como llevar a cabo recortes en sanidad y educación. Menos mal que no han pensado en que todos aquellos que estén en el paro paguen a los empresarios si quieren que estos les den trabajo. Como dijo aquel: “Resulta que le he dado trabajo a este y encima quiere que le pague un sueldo”. Pero me estoy saliendo del meollo de la cuestión. En dicha convención habló el presidente de la Generalitat Valenciana, Francesc Camps, y después Rajoy. Según la prensa Camps levantó de sus asientos a sus fieles y Mariano Rajoy estuvo sin chispa y la respuesta de los asistentes fue más bien floja. En favor de lo poco jaleado que fue Rajoy, hay que decir que Camps está en disposición de repartir puestos de trabajo y cargos remunerados y Rajoy no. En estas cosas de la política todo ayuda y más si se tiene algo para repartir.
De todos modos en política no es muy positivo el comportarse públicamente como si se estuviera rezando el rosario. Eso, para el que lo escucha, le suena a rutina y la rutina lleva al aburrimiento y el aburrimiento lleva a la pérdida de atención y la pérdida de atención lleva a que el orador pase sin pena ni gloria. Así está pasando Rajoy por el escenario político.
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