Un funeral con prisas
La verdad es que a medida que uno se va enterando de todo lo que aconteció en la identificación de las víctimas del Yak-42 siente una vergüenza ajena que le lleva hasta la indignación y al asombro ante ciertas actitudes.
Se repite constantemente por parte de los que se suponía eran los responsables, representando a España, de la identificación de los fallecidos que los fallos en el reconocimiento fueron debidos a las prisas por llegar a tiempo al funeral. Esto no se entiende muy bien porque ¿cómo iba a haber funeral sin estar presentes los cuerpos de las víctimas? ¿Acaso iba a tener lugar un funeral en el que los “protagonistas” hubieran sido las autoridades asistentes? ¿Qué clase de funeral hubiera sido? Este argumento no tiene ni pies ni cabeza. Cierto es que ya había 32 cadáveres identificados, pero si se trataba de celebrar un funeral para el total de los 62 militares siniestrados, no pasaba nada si este funeral se demoraba solamente el tiempo necesario para identificarlos a todos. Creo que los familiares de los que ya habían sido reconocidos no hubieran tenido inconveniente alguno en esperar el tiempo que hubiera hecho falta. La pregunta es: ¿Que es lo que hubiera desesperado e indignado a los familiares, a todos, una tardanza necesaria para una eficaz identificación de los fallecidos, o la desastrosa e impresentable supuesta identificación de los restos de los soldados muertos? La respuesta es obvia.
Esto de las prisas no se sostiene, es un argumento pobre e indecente, lo que queda claro es que había prisas por enterrar, más que a los militares, a una gestión desastrosa en el alquiler de esos ataúdes volantes, mal llamados aviones, cuyo calamitoso estado operativo era por todos sabidos. Mientras tanto aún anda por ahí algún sujeto presumiendo de actitud intachable y pidiendo cuentas a los demás.
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