Sin sotana
Nada más enterarme del fallecimiento de Vicente Ferrer, me vinieron a la mente dos cosas: La primera de ellas que nos había dejado un buen hombre, un hombre con grandeza y humildad volcado hacia los demás. La segunda que a este hombre no le había hecho falta la sotana para hacer el bien y preocuparse por sus semejantes.
Pero inmediatamente me asaltó un tercer pensamiento. Pensé en los Rouco, los Cañizares, los García Gasco, los Martínez Camino y otros cortados con el mismo patrón y me dije: ¡Cuanta diferencia entre estos y Vicente Ferrer! Este último dedicando su vida para ayudar a los demás y los otros rodeados por la pompa, el fasto y el boato. Vicente Ferrer pidiendo, prácticamente, limosna para sacar adelante su apostolado sin sotana y los otros pidiendo a las administraciones públicas terrenos, caso de Rouco, para construir sobre ellos obras monumentales que no sirven para paliar las necesidades de los económica y socialmente más débiles, pero que por el contrario sirven para perpetuar sus nombres como realizadores de dicha obra. Esto último confirma la miseria y la soberbia de estos personajes que no quieren ser recordados como individuos dedicados a los demás sino como constructores de obras que en absoluto glorifican a Dios porque no sirven para hacer el bien ni para desterrar las injusticias. Mini vaticanos para Rouco, palacetes para García Gasco ponen de manifiesto la diferencia que existe entre lo que Jesús les ordenó hacer y lo que están haciendo. Cada vez están más lejos del pobre y más cerca de la riqueza. Aquí se han montado la historia esta del aborto y de eso piensan seguir subsistiendo apostólicamente.
La vida, el ejemplo que nos ha dado Vicente Ferrer, ha puesto en tela de juicio la labor de la Iglesia Católica en España y nos ha demostrado que es verdad aquello que dice que “el hábito no hace al monje”.
Pero inmediatamente me asaltó un tercer pensamiento. Pensé en los Rouco, los Cañizares, los García Gasco, los Martínez Camino y otros cortados con el mismo patrón y me dije: ¡Cuanta diferencia entre estos y Vicente Ferrer! Este último dedicando su vida para ayudar a los demás y los otros rodeados por la pompa, el fasto y el boato. Vicente Ferrer pidiendo, prácticamente, limosna para sacar adelante su apostolado sin sotana y los otros pidiendo a las administraciones públicas terrenos, caso de Rouco, para construir sobre ellos obras monumentales que no sirven para paliar las necesidades de los económica y socialmente más débiles, pero que por el contrario sirven para perpetuar sus nombres como realizadores de dicha obra. Esto último confirma la miseria y la soberbia de estos personajes que no quieren ser recordados como individuos dedicados a los demás sino como constructores de obras que en absoluto glorifican a Dios porque no sirven para hacer el bien ni para desterrar las injusticias. Mini vaticanos para Rouco, palacetes para García Gasco ponen de manifiesto la diferencia que existe entre lo que Jesús les ordenó hacer y lo que están haciendo. Cada vez están más lejos del pobre y más cerca de la riqueza. Aquí se han montado la historia esta del aborto y de eso piensan seguir subsistiendo apostólicamente.
La vida, el ejemplo que nos ha dado Vicente Ferrer, ha puesto en tela de juicio la labor de la Iglesia Católica en España y nos ha demostrado que es verdad aquello que dice que “el hábito no hace al monje”.
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