Hacia una España Mejor

lunes, septiembre 07, 2009

Rajoy y la vieja monjita


En la cena que el Partido Popular celebró en la plaza de toros de Valenciana el pasado día 4 en la que supongo no faltó una buena ración de chorizo ibérico, cena que sirvió de apoyo a Francesc Camps, Rajoy pronunció la siguiente frase: “Han querido liquidarnos con una crueldad infinita”. Estas palabras de Rajoy me han recordado aquello que desde hace bastante tiempo se cuenta y que se refiere al atraco que sufrieron unas monjas en su convento y que cuando la policía se personó en el mismo para iniciar las correspondientes diligencias uno de los policías requirió a la madre superiora para que le diese detalles del desarrollo de tan desagradable suceso. Cuando la superiora estaba contando lo ocurrido, una monjita de avanzada edad dándole unos tironcitos de la chaqueta al inspector le dijo: “Y nos querían envenenar”. La responsable del convento cortó inmediatamente a la monjita y le dijo que se callara. Siguen hablando el policía y la superiora y nuevamente la vieja monjita vuelve a la carga: “Y nos querían envenenar”. La superiora un tanto enfadada reprime a la entrometida monjita y le dice casi gritando: ¡Cállese hermana!, pero el policía mostrándose un tanto indulgente con la impertinente hermanita le dice a la superiora: “Déjela, déjela hablar, no pasa nada. Hable usted hermanita”. La veterana monjita comienza su relato y le cuenta al policía que uno de ellos, el más feo, según ella, era el que más empeño tenía en envenenarlas a todas porque en más de una ocasión le dijo al que parecía el jefe de la banda de atracadores: “Oye, por qué no le echamos unos polvitos a las monjitas”.
Al igual que la vieja monjita yo creo que Rajoy se ha excedido en sus apreciaciones con respecto a lo que realmente sucede, que no es otra cosa que los que le quieren “liquidar de forma cruel” son sus propios subordinados que con sus presuntos actos corruptos son los que le están poniendo palos en las ruedas a la carroza con la cual Rajoy pretende entrar en La Moncloa. Más que de una liquidación producida por agentes externos esto tiene toda la pinta de una autoliquidación. Rajoy no se ha dado cuenta, como suele ser normal en él no se entera nunca de por donde le vienen los tiros, pero los que le pueden hacer daño los tiene dentro de su propia casa. Y eso que aún no tiene la avanzada edad que tenía la vieja monjita.