La lavativa de la Esperanza
El periódico El Plural ha publicado un informe del Defensor del Paciente de la Comunidad de Madrid sobre ocho hospitales ubicados en distintas poblaciones de dicha Comunidad. Cuando lees estos informes y ves acusaciones tales como “la Comunidad de Madrid juega con la vida de los ciudadanos” y que “hay un trato deshumanizado y suciedad en los hospitales madrileños”, cuando hay denuncias que te parecen increíbles y que te ponen los pelos de punta, piensas en que debe haber un error, que no es en la Comunidad de Madrid, en la España del siglo XXI, crees que en realidad se trata de algún país africano o de cualquier otro del tercer mundo.
Entre las denuncias del Defensor del Paciente te encuentras con las de “algunos pacientes estuvieron sin comer durante 36 horas y hay niños a los que se les ha secado con sábanas”. Estas dos situaciones no creo yo que merezcan crítica alguna. Si este informe fue hecho después de navidades es muy probable que muchas personas se presentaran con síntomas de empacho por las comilonas navideñas. En estos casos la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda tener a dieta a los afectados durante algún tiempo y aplicarles una lavativa cada doce horas, hasta evacuar todo lo que tienen retenido en el estómago. La lavativa no debe ser una cánula o un enema, no, la OMS recomienda que se haga como lo hacían nuestras abuelas cuando de niños sufríamos empacho. Nuestras yayas se iban al solar de al lado y cogían una hierba llamada malva, ponían agua a hervir le añadían un poco de aceite de oliva y seguidamente introducían la hierba en la olla, una vez que el agua se había impregnado de la savia de la malva la pasaban a un recipiente de porcelana, la clásica y temida lavativa, que tenía en la parte alta una lengüeta con un agujero para colgarla de la pared y una goma de un metro de largo, una vez hecha esta operación, la yaya te obligaba a poner el culo en “pompa” y te introducía la boquilla de la lavativa en el ano y el agua caía por su propia inercia. En ocasiones no pasaba nada y en otras se armaba la de Dios es Cristo. Usted ya me entiende. Pues bien, este artilugio, la lavativa de toda la vida, es lo que recomienda la OMS y la que seguramente utilizan en los hospitales de la Comunidad Madrileña. Son más baratas y más eficaces. No, creo que esto de tener a algunos pacientes 36 horas sin comer no es malo. Es bueno que de vez en cuando limpiemos nuestro aparato digestivo.
En cuanto a que no había ropa para los niños y que los secaban con una sábana, esto es que no se ha sabido explicar, es un malentendido, la sábana no era una sábana cualquiera, se trataba de la Sábana Santa y lo que hacían era pasársela por el cuerpo a los niños para que sanaran de inmediato. Esa es la verdad, lo que pasa es que somos muy dados a la crítica.
No, no se puede perder la esperanza de tener un buen sistema sanitario en la Comunidad de Madrid cuando su presidenta se llama Esperanza. Aunque no hay que olvidar lo que sobre la esperanza dijo Friederich Nietzsche: “La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre”.
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