Como conocí a Mayor Oreja
Conocí a Jaime Mayor Oreja, en el sótano-almacén de un hotel de San Sebastián, mal iluminado y lleno de trastos de todas las naturalezas. Era la media noche del 8 de marzo de 1980 y allí nos encontrábamos un centenar de militantes de la Unión de Centro Democrático (UCD) que nos habíamos desplazado en avión desde Alicante a la capital guipuzcoana para actuar como interventores en el día en que se celebraban las primeras elecciones al Parlamento Vasco, el 9 de marzo de 1980, ya que había ciertos “reparos”, muy comprensibles por cierto, por parte de militantes vascos de la UCD a estar presentes en las mesas electorales representando al extinto partido centrista. Llegados esa noche, sobre las 21 horas del 8 de marzo, al hotel, no se nos inscribió, por motivos de seguridad, en el libro registro del hotel y a las tres horas nos dijeron que bajáramos al sótano-almacén del hotel, no recuerdo su nombre, pero sí que estaba muy cerca del Paseo de la Concha, una vez en dicho sótano recibimos la visita del cabeza de lista de la UCD por Guipúzcoa y aspirante a lehendakari, Jaime Mayor Oreja, que se limitó a darnos las gracias y poco más. La impresión que me causó, y así se lo trasladé a un compañero, fue la de que este político me parecía un tipo prepotente, poco simpático, mejor dicho, nada simpático, con unos aires de autosuficiencia bastante acusados y dije que bastante presumido por no aplicarle un adjetivo que tiene algo que ver con el número ocho y la verdad sea dicha es que quedé bastante “chafado” y preguntándome si valía la pena habernos arriesgado a dar la cara en las mesas electorales vascas, a mí me tocó la población de Hernani, para apoyar a esta persona que me daba la impresión, cuando se dirigió a los allí presentes, que no nos agradecía de corazón nuestra ayuda y que más bien pasaba de todos nosotros.
Así conocí a Jaime Mayor Oreja y esa fue la impresión que me causó. Han ido transcurriendo los años y el proceder de este personaje siempre ha reafirmado y reforzado aquella primera mala sensación que sobre él tuve desde el primer momento.
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