El prototipo de candidato
En el Partido Popular ya han hecho una valoración de los que se perfilan como candidatos del PSOE a la alcaldía de Madrid y a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Jaime Lissavetzky y Trinidad Jiménez. Del primero, del alcaldable, han dicho que su apellido, Lissavetzky, es “imposible” y que su aspecto es el de un “funcionario aburrido”. Al parecer o te apellidas López, Martínez o Pérez o no tienes nada que hacer en política. En cuanto al aspecto, en este caso y según el PP, de “funcionario aburrido”, si Aznar, que no es precisamente la “alegría de la huerta” llegó a la presidencia del Gobierno, no creo que el aspecto sea un hándicap a la hora de poder salir elegido. Sobre el aspecto de Rajoy, mejor no comentarlo.
En cuanto a la valoración que se ha hecho de Trinidad Jiménez de la que dicen en el PP que es “una candidata floja” porque su acento andaluz suena “extraño”. Al margen de que es una apreciación xenófoba, hay que resaltar la mala memoria de la derecha que no recuerda que tuvimos un presidente del Gobierno, entre 1982 y 1995, cuyo acento andaluz era mucho más notorio que el de Trinidad Jiménez, me estoy refiriendo a Felipe González. Trece años estuvo González, con su marcado acento andaluz, al frente del Gobierno, así es que cuidado con Trinidad Jiménez.
Por lo visto para el PP el prototipo de candidato, ideal es el que se manifiesta en Francisco Camps y Carlos Fabra, dos candidatos bajo sospecha y que están siendo investigados por la policía y por la justicia. Muy posiblemente sea debida a estas circunstancias al hecho de que José Joaquín Ripoll, actual presidente de la Diputación Provincial de Alicante, presuntamente implicado, entre otras personas, superan las cuarenta, en el escandaloso “caso Brugal”, haya dicho lo siguiente: “Estoy haciendo méritos para ser candidato a la Diputación”. Por lo visto sus referentes, los espejos donde se mira, son Camps y Fabra. Del primero, de Camps, ha dicho que es el candidato “natural”. Yo, personalmente, prefiero como candidatos a los que tienen el apellido un tanto fuera de lo normal, al menos en nuestro país, y a los que hablan con acento, ya sea catalán, vasco, gallego o andaluz, y no me gustan aquellos de los que se dice están presuntamente implicados en asuntos relacionados con casos de corrupción.
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