Muera la intelectualidad
El rechazo parlamentario a la Ley de Protección de la Propiedad Intelectual, conocida como la ley Sinde, ha supuesto, a mi modo de ver, una terrible muestra de las muchas tropelías que se cometen invocando a la democracia y a haciendo uso y abuso de la libertad que esta nos da. En definitiva, que las ideas ya no son de quienes las tienen, las maduran y las ponen en práctica, están al alcance de cualquiera y por tanto susceptibles de ser robadas. Lo más lamentable de todo esto es que en el edificio parlamentario de la Carrera de San Jerónimo se oyeron aplausos a favor del rechazo y por tanto de los que roban las ideas de los demás para, en la inmensa mayoría de los casos, sacar un beneficio económico.
Convergencia i Unió, no apoyó la propuesta del de Gobierno, pero ya sabemos que esta formación política solo apoya al Gobierno, sea este del color que sea, cuando hay un “toma y daca”. Creo que no hace falta que sea más concreto. Si hubiera habido un “intercambio” hubieran votado a favor y hasta es posible que se hubiera dado el caso de sacar a la ministra Sinde a hombros.
El inefable González Pons, el vocero del PP, ha dicho que esto ha sido un fracaso del Gobierno. Yo sinceramente creo que esto ha sido un fracaso de la legalidad y de la ética y un triunfo de ilegalidad y de la deshonestidad. Argumenta el vocero popular que esta ley no se ha negociado y por tanto no ha tenido el PP la oportunidad de introducir sus propuestas y pareceres en el texto de la misma. ¿Para qué? ¿Para después no darle su voto favorable tal y como acostumbran a hacer? Los españoles ya sabemos cómo actúa el PP, solo basta recordar su última “representación” en el caso de los controladores. Como ya he dicho en otro de mis comentarios publicado hace unos días, el PP más que apoyar al Gobierno lo que hizo fue “apollarlo”.
Todo este episodio me ha recordado aquel enfrentamiento que tuvieron el general franquista, Millán Astray y Miguel Unamuno en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936, en el transcurso del cual el militar gritó aquello de: “¡Muera la intelectualidad traidora!”. ¡”Viva la muerte!”. Pues eso, que los intelectuales se devanen los sesos creando para que otros vayan viviendo y cobrando.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home