Terrorismo de gestión
Los hay que se han tenido que someter al veredicto de dos tribunales distintos para poder presentarse a las próximas elecciones autonómicas y municipales y los hay que practicando, salvando las distancias, un terrorismo de gestión no han tenido que someterse a lo que los representantes de la justicia dispongan y pueden presentarse sin la menor objeción.
El caso de Camps es un caso de terrorismo de gestión, de un terrorismo atroz y terrorífico en el plano económico que ha llevado a la Comunidad Valenciana (CV) a la situación de bancarrota que los valencianos no hemos vivido ni en los tiempos de la posguerra. Esto es algo irrefutable y cito lo que al respecto informaba el diario Información de Alicante el pasado 29 de abril cuando nos decía en su titular que “La Generalitat arrastra ya una deuda acumulada con bancos y proveedores de 53.000 millones euros”. Señalaba el citado periódico en la misma noticia, que “La cantidad supone cuatro presupuestos del Consell y el salario de todos los empleados de la Comunidad durante un año”. Esto es terrorífico sin duda alguna y nos ha llevado al extremo de tener escolarizados en la CV a más de 20.000 niños en barracones. Creo que esto es de por sí bastante significativo y más habiendo consumido ya diez años del siglo XXI. Estar a estas alturas metiendo a niños en contenedores metálicos creo que habla por sí solo de cuál es la situación económica cuando ya ni tan siquiera hay dinero para construir escuelas “decentes” como nuestros hijos y nietos merecen. Esto incide fuertemente en que nuestra Comunidad sea la primera en fracaso escolar, por falta de instalaciones escolares adecuadas y de falta de toda clase de medios.
Señalo lo de las “escuelas de Camps”, los barracones, por citar un caso de máxima necesidad y prioridad: la construcción de colegios, por no citar otros campos como la sanidad donde, y como muestra vale un botón, para que te hagan una simple prueba de sonido por un problema de audición tienes que esperar tres meses, un tiempo igual o superior al que tardan en atender las dolencias cardiacas. Esto está ocurriendo ya en un hospital de Elche recientemente inaugurado. No quiero ni pensar cómo va a estar la cosa cuando haya transcurrido un poco más de tiempo. Esto por no hablar de la atención a los mayores, me refiero a la Ley de Dependencia, que en la CV brilla por su ausencia. No hablemos de infraestructuras de distinta naturaleza aquí no se está echando ni un kilo de hormigón o de asfalto en parte alguna, la obra pública está totalmente paralizada lo que denota el estancamiento en que se halla el desarrollo de la CV. Tampoco podemos hablar de la falta de apoyo para el desarrollo cultural; de la ayuda y apoyo de toda índole, económico y de asesoramiento, a todos los sectores productores, de servicios y terciarios, y como no, para crear empleo, en la CV hay 600.000 parados y Camps no hace nada, esto de las ayudas del Consell es algo de lo que ya ni los más mayores se acuerdan de que un día existió. Pero para que voy a señalar una reata de necesidades sin cubrir si ya los valencianos los de Valencia, Alicante y Castellón llevan años sufriendo y soportando esta calamitosa situación. Recientemente dicho periódico nos daba cuenta de que la Fiscalía está investigando dos pagos del Consell al arquitecto Santiago Calatrava, uno por valor de 2,5 millones de euros por la redacción de un anteproyecto urbanístico que se iba a construir junto a la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia y otro pago por un importe de 2,7 millones de euros para la construcción del Centro de Convenciones de Castellón y que después de estos pagos nunca más se supo. Ni hubo actuación urbanística en Valencia ni hubo Centro de Convenciones en Castellón. Así se gasta Camps el dinero de los contribuyentes, ese dinero que dice que no le envía Zapatero, pero que si se lo manda, si no de donde iba a sacarlo para malgastárselo de la forma en que lo está haciendo.
Esta gestión de Camps, que se puede calificar de terrorífica y atroz, nos ha llevado a la situación de carecer de lo más esencial y también nos ha llevado a contemplar, como en la época de los faraones, obras como el Aeropuerto de Castellón, donde no aterrizan ni despegan aviones, a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el circuito de Fórmula 1, la Copa del América, la Volvo Ocean, la Ciudad de la Luz, Terra Mítica, entre otras “monumentales” obras, mientras los niños están en barracones, perdonen mi insistencia pero es así, en pleno siglo XXI, y las personas dependientes reciben, después de haber fallecido, respuesta a sus solicitudes de ayuda la mayoría de ellas denegadas.
Se dan muchos casos en esta vida en los que se practican distintas formas de terrorismo y en este caso, y según lo veo yo, Camps está siendo autor del terrorismo de gestión, pero, lo que son las cosas, este tipo de terrorismo nadie lo cuestiona ni lo critica ni mucho menos lo condena, es más, las encuestas dicen todo lo contrario.
El caso de Camps es un caso de terrorismo de gestión, de un terrorismo atroz y terrorífico en el plano económico que ha llevado a la Comunidad Valenciana (CV) a la situación de bancarrota que los valencianos no hemos vivido ni en los tiempos de la posguerra. Esto es algo irrefutable y cito lo que al respecto informaba el diario Información de Alicante el pasado 29 de abril cuando nos decía en su titular que “La Generalitat arrastra ya una deuda acumulada con bancos y proveedores de 53.000 millones euros”. Señalaba el citado periódico en la misma noticia, que “La cantidad supone cuatro presupuestos del Consell y el salario de todos los empleados de la Comunidad durante un año”. Esto es terrorífico sin duda alguna y nos ha llevado al extremo de tener escolarizados en la CV a más de 20.000 niños en barracones. Creo que esto es de por sí bastante significativo y más habiendo consumido ya diez años del siglo XXI. Estar a estas alturas metiendo a niños en contenedores metálicos creo que habla por sí solo de cuál es la situación económica cuando ya ni tan siquiera hay dinero para construir escuelas “decentes” como nuestros hijos y nietos merecen. Esto incide fuertemente en que nuestra Comunidad sea la primera en fracaso escolar, por falta de instalaciones escolares adecuadas y de falta de toda clase de medios.
Señalo lo de las “escuelas de Camps”, los barracones, por citar un caso de máxima necesidad y prioridad: la construcción de colegios, por no citar otros campos como la sanidad donde, y como muestra vale un botón, para que te hagan una simple prueba de sonido por un problema de audición tienes que esperar tres meses, un tiempo igual o superior al que tardan en atender las dolencias cardiacas. Esto está ocurriendo ya en un hospital de Elche recientemente inaugurado. No quiero ni pensar cómo va a estar la cosa cuando haya transcurrido un poco más de tiempo. Esto por no hablar de la atención a los mayores, me refiero a la Ley de Dependencia, que en la CV brilla por su ausencia. No hablemos de infraestructuras de distinta naturaleza aquí no se está echando ni un kilo de hormigón o de asfalto en parte alguna, la obra pública está totalmente paralizada lo que denota el estancamiento en que se halla el desarrollo de la CV. Tampoco podemos hablar de la falta de apoyo para el desarrollo cultural; de la ayuda y apoyo de toda índole, económico y de asesoramiento, a todos los sectores productores, de servicios y terciarios, y como no, para crear empleo, en la CV hay 600.000 parados y Camps no hace nada, esto de las ayudas del Consell es algo de lo que ya ni los más mayores se acuerdan de que un día existió. Pero para que voy a señalar una reata de necesidades sin cubrir si ya los valencianos los de Valencia, Alicante y Castellón llevan años sufriendo y soportando esta calamitosa situación. Recientemente dicho periódico nos daba cuenta de que la Fiscalía está investigando dos pagos del Consell al arquitecto Santiago Calatrava, uno por valor de 2,5 millones de euros por la redacción de un anteproyecto urbanístico que se iba a construir junto a la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia y otro pago por un importe de 2,7 millones de euros para la construcción del Centro de Convenciones de Castellón y que después de estos pagos nunca más se supo. Ni hubo actuación urbanística en Valencia ni hubo Centro de Convenciones en Castellón. Así se gasta Camps el dinero de los contribuyentes, ese dinero que dice que no le envía Zapatero, pero que si se lo manda, si no de donde iba a sacarlo para malgastárselo de la forma en que lo está haciendo.
Esta gestión de Camps, que se puede calificar de terrorífica y atroz, nos ha llevado a la situación de carecer de lo más esencial y también nos ha llevado a contemplar, como en la época de los faraones, obras como el Aeropuerto de Castellón, donde no aterrizan ni despegan aviones, a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el circuito de Fórmula 1, la Copa del América, la Volvo Ocean, la Ciudad de la Luz, Terra Mítica, entre otras “monumentales” obras, mientras los niños están en barracones, perdonen mi insistencia pero es así, en pleno siglo XXI, y las personas dependientes reciben, después de haber fallecido, respuesta a sus solicitudes de ayuda la mayoría de ellas denegadas.
Se dan muchos casos en esta vida en los que se practican distintas formas de terrorismo y en este caso, y según lo veo yo, Camps está siendo autor del terrorismo de gestión, pero, lo que son las cosas, este tipo de terrorismo nadie lo cuestiona ni lo critica ni mucho menos lo condena, es más, las encuestas dicen todo lo contrario.
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