Hacia una España Mejor

jueves, julio 21, 2011

Dichosos mis bienes...

Aquella frase que decía: “Dichosos mis bienes que mis males remedian” ha pasado a la historia. En los tiempos que corren y que quedan por correr, esto va para largo, aunque Zapatero por reformar reforme hasta el baño, la cocina y el comedor de La Moncloa, y tome las medidas que tome. Aunque actualmente ya nadie toma medidas, los únicos que lo hacían eran los sastres y actualmente con esto del “pret à porter”, listo para llevar, ya nadie toma medidas, como máximo se le “entra” a la pernera del pantalón y a las mangas de la chaqueta y se recorta lo que sobra que por cierto es la única acción de recortar que puede dar buen resultado ya que suele dar la medida exacta de lo que cada cual necesita.
Pero a lo que iba. Me voy a centrar en la frase. Resulta que hasta ese refrán que dice: “Tanto tienes tanto vales” se ha ido al carajo. Ahora más bien estamos como en esa canción popular de juegos de niños que dice: “Tengo, tengo, tengo, tú no tienes nada…”. Estamos empobrecidos, nuestro patrimonio no vale un pimiento, sobre todo el poco patrimonio de la clase social más numerosa, los trabajadores, aunque los ricos tampoco se libran, pero siguen siendo ricos a pesar de la crisis, a ellos les ha cogido con las “reservas” fuertes y solo se han constipado un poco, al resto les ha pillado flojos de “reservas” y han contraído una grave pulmonía. Nuestros bienes materiales ya no nos pueden sacar de apuros, no tienen precio, al menos un precio “decente”, solo los puedes enajenar regalándolos.
Cuando un trabajador ha conseguido reunir un pequeño capital en inmuebles, su vivienda y una segunda en la playa o en el campo como mucho y todo ello a base de mucho sacrificio, o bien ha recibido la herencia de sus padres, una vivienda, o de sus tíos solteros, siempre piensa en lo bien que le ha venido pues es un seguro por si “alguna vez” vienen los malos tiempos y ya tenemos de donde “echar mano”, pues no, eso se acabó, conozco casos de familias a las que a sus hijos no les van bien las cosas y están intentando vender esa segunda vivienda para echarles una mano, como puede ser el pagarles mensualmente la hipoteca, porque ellos no pueden al quedarse sin trabajo y estar cobrando un escuálido subsidio de paro o eso a lo que llaman “ayuda familiar”, poco más de cuatrocientos euros mensuales, y no todos la perciben, que ni para comer decentemente dan y no sé por qué se le llama “ayuda familiar” si con esa miseria no puede pasar el mes una sola persona, y no hay forma de vender la maldita vivienda.
Tenemos por un lado que los bienes terrenales que no nos sirven para nada y por otro los bienes celestiales, desde la Iglesia Católica, nos dice el cardenal Rouco Varela que la solución está en “acercarse a la iglesia”, posiblemente el jefe de los obispos se refiere en que hay que acudir al comedor de Caritas para comer, y al ropero de santa Clodoalda para que te den un poco de ropa usada. Al parecer la solución es rezar, rezar mucho y dejarse devorar por los leones, en este caso por el hambre y la miseria. El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el mentado Rouco Varela ha recomendado esto de forma muy especial a los jóvenes indignados del 15M. Yo creo que lo que debería haberles dicho Rouco Varela, para “levantarles” el ánimo era aquello de: “¡Para que os preocupáis del futuro, si no tenéis porvenir!”. Eso hubiera sido más solidario y más piadoso, pues sería hablarles con la verdad y la verdad, por dura que esta sea, siempre es mejor que las falsas palabras que no hacen más que engañar porque lo que está sucediendo es algo muy distinto.
A la gente no se le engaña tan fácilmente cuando está pasando por una etapa de inseguridad social, laboral, económica y menos cuando lee noticias como la publicada por el diario Información el pasado cinco de mayo: “España tendrá en 2020 más de 1,6 millones de ricos (entendiendo como tal a los que poseen, más de un millón de dólares) frente al millón actual, según un estudio elaborado por la consultora Deloitte”. No sé porque me ha venido a la memoria el libro o ponencia de Eduardo Zaplana, titulado “La España de las Oportunidades”. A este título le falta una coletilla entre paréntesis que dijera: “Para cuatro, claro”.