No es una inocentada
Si no fuera porque nos hallamos en pleno ferragosto con el tórrido calor que estamos soportando, creería que nos encontramos en el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes.
Si hace unos días era el multimillonario norteamericano, Warren Buffet, el que públicamente y mediante una carta publicada en el prestigioso diario The New York Times bajo el título de “El oráculo de Omaha”, pedía al Gobierno de los EE.UU. que aumentara los impuestos a las grandes fortunas, ahora esta sorprendente actitud, por lo inusual, la han adoptado las grandes fortunas de Francia que en una carta publicada en el semanario francés Le Nouvel Observateur le han pedido al Gobierno francés el pagar más impuestos. En dicha carta solicitan al Ejecutivo Francés que establezca una “contribución excepcional” que grave a las rentas más elevadas y colaborar así en el “esfuerzo solidario” necesario para respaldar el futuro económico del país galo.
En dicha carta ponen de manifiesto lo siguiente: “Nosotros, presidentes y directivos de empresas, hombres y mujeres de negocios, financieros, profesionales o ricos, pedimos la instauración de una “contribución especial” que afectará a los contribuyentes franceses más favorecidos”. “Somos conscientes de que nos hemos beneficiado plenamente de un “modelo francés” y de un entorno europeo con los que estamos comprometidos y que queremos ayudar a preservar”. “…en un momento en que el Gobierno nos pide a todos un esfuerzo de solidaridad, nos parece necesario contribuir”. La misiva va firmada por 16 de las mayores fortunas y principales empresarios del país del cual nos separan los Pirineos.
Cuando uno lee este tipo de cosas, que pueden sonar a inocentada, pero que en absoluto lo es, ya que se trata de una acción solidaria y responsable de personas acaudaladas que son conscientes de que el sistema, la sociedad en su conjunto, les ha ayudado a reunir grandes fortunas y que justo es que ayuden a esa sociedad, al país, cuando este se encuentra en serias dificultades. Esto me ha recordado que hace unos días, concretamente el pasado 17 de junio, la prensa nos daba cuenta de que a una familia de banqueros, posiblemente la mayor, o una de las mayores, fortunas de España, había ingresado a Hacienda en concepto de impuestos 200 millones de euros de “forma voluntaria”, una “voluntad” que se hizo patente cuando la Audiencia comenzó a investigar a dicha familia que aparecía en la lista de personas con fondos no declarados en la filial suiza del HSBC. Según la prensa los fondos no declarados por esta familia podrían ascender a 1.000 millones de euros dada la cantidad pagada a Hacienda. Como se puede ver aquí en España priva más aquello de que “la caridad bien entendida comienza por uno mismo” que el tan escaso “principio de solidaridad”. El “esfuerzo solidario” al que aluden los multimillonarios franceses. Aquí, parece ser, que al contrario que en Francia no ha existido ningún tipo de modelo como el que citan los franceses en lo que afecta a su país, mediante el cual les ha posibilitado enriquecerse, aquí el enriquecimiento parecen haberlo logrado, algunos, dentro de un modelo asilvestrado, es decir, de forma natural y espontánea.
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