Hacia una España Mejor

jueves, diciembre 15, 2011

Lo que me temía

En estos momentos lo que me da que pensar y más me preocupa no es la crisis en su conjunto, es posible que tengamos que acostumbrarnos a convivir y a vivir con ella. Lo que realmente me “preocupa” es la situación por la que atraviesa la familia real española con todo esto que se ha formado alrededor de uno de sus miembros, concretamente del “destronado” marido de la infanta Cristina, Iñaki Urdangarín. Desde luego paso de esa peregrina declaración de la Casa Real de que ya estaba previsto reducir el número de personas que la componen limitándola a los reyes, los príncipes y las dos infantas hijas de estos, y pare usted de contar. Según dicen desde la Zarzuela esto estaba ya previsto desde mucho antes de que estallara lo de Urdangarín y su esposa. Eso tiene dos opciones o creérselo o no creérselo, yo la verdad no me lo creo. Dicho esto he de manifestar que me estaba temiendo muy mucho lo que va ser de la figura de cera de Iñaki Urdangarín, vamos a ver otra vez la bochornosa escena de la retirada de la misma del grupo formado por la familia real expuesto en el Museo de Cera a bordo de una carretilla de mano como si de un fardo se tratara, para depositarlo no detrás de un burladero entre dos banderilleros como ocurrió con la figura de su excuñado Jaime de Marichalar, sino entre los deportistas más destacados, pero para situarlo entre estos antes habría que reseñar que méritos deportivos concurren en el ya casi exduque de Palma para ubicarlo entre los grandes del deporte. No es que el personaje se merezca muchas atenciones pero debe de cuidarse el detalle de que si se hiere su dignidad no sea por causas imputables a los demás sino por sus propios méritos. Por cierto dice el abogado de Urdangarín que este está indignado, a lo mejor cualquier día de estos lo vemos manifestándose en la Puerta del Sol.
Lo más lamentable de todo esto es que ha tenido que salir el príncipe Felipe para dejar claro que la fundación que él preside es “honesta y transparente”. No puede quedar ni la más mínima duda de que los “negocios” de Urdangarín han dejado bastante tocada a la monarquía en lo que respecta a credibilidad, imagen y confianza se refiere.