La crueldad de Rajoy
La verdad, no esperaba nunca que Rajoy, en una muestra de crueldad extrema, se ensañara con los “altos mandos” de la banca. Su decisión de limitar el sueldo de los que forman la cúpula bancara, recortándolos drásticamente hasta dejarlo en un máximo de 600.000 euros anuales para los presidentes de los bancos o las cajas que han recibido préstamos del FROB y fijar otro máximo de 300.000 euros al año para los presidentes de las sociedades intervenidas o nacionalizadas, es decir, y para que todos nos entendamos, 100 millones de las antiguas pesetas y 50 millones de las mismas, me parece de una maldad rayana en el sadismo más despiadado.
Es evidente que cuando ya de por sí es difícil y complicado el que una familia pueda vivir con unos ingresos anuales de solo 100 millones de pesetas, no hace falta ser un experto economista para darse cuenta de que con 50 millones de pesetas de ingresos al año una familia está condenada al hambre, a la miseria y a la indigencia, de ahí que yo me permita desde estas líneas rogar al presidente del Gobierno que reconsidere su decisión y deje al libre albedrío de los interesados el que puedan fijar el importe de sus salarios.
No obstante hay que reconocer que estos salarios de 600.000 y 300.000 euros anuales no comportan el que se puedan pedir responsabilidades penales a los presidentes de estas entidades bancarias, faltaría más, encima se que se les condena a un sueldo de hambre que se les pudiera aplicar sancionar por una mala gestión o por cualquier otra causa que perjudicara a las entidades a las que representan y a los intereses de sus clientes. Hombre, hasta ahí podíamos llegar. Máxime cuando los dirigentes de la banca nunca son culpables de nada. Ya lo dijo Emilio Botín hace pocos días: La culpa de lo que está pasando es de los políticos. La estafa, ¿o fue súper estafa? de Lehman Brothers en la que por cierto prestó sus servicios el actual ministro de Economía, Luis de Guindos, no le menciono con segundas intenciones, no vaya usted a pensar mal, fue culpa de Obama. He mencionada a esta entidad bancaria estadounidense porque está calificada como el símbolo de esta crisis que nos está matando lentamente, podría citar alguna española.
En fin, es de esperar que a Rajoy se le despierten los buenos sentimientos y que rectifique, haga justicia y de a los banqueros lo que se merecen. Esto de que “de a los banqueros lo que se merecen” tampoco lo digo con veladas y malévolas intenciones, no sea usted mal pensado.
Es evidente que cuando ya de por sí es difícil y complicado el que una familia pueda vivir con unos ingresos anuales de solo 100 millones de pesetas, no hace falta ser un experto economista para darse cuenta de que con 50 millones de pesetas de ingresos al año una familia está condenada al hambre, a la miseria y a la indigencia, de ahí que yo me permita desde estas líneas rogar al presidente del Gobierno que reconsidere su decisión y deje al libre albedrío de los interesados el que puedan fijar el importe de sus salarios.
No obstante hay que reconocer que estos salarios de 600.000 y 300.000 euros anuales no comportan el que se puedan pedir responsabilidades penales a los presidentes de estas entidades bancarias, faltaría más, encima se que se les condena a un sueldo de hambre que se les pudiera aplicar sancionar por una mala gestión o por cualquier otra causa que perjudicara a las entidades a las que representan y a los intereses de sus clientes. Hombre, hasta ahí podíamos llegar. Máxime cuando los dirigentes de la banca nunca son culpables de nada. Ya lo dijo Emilio Botín hace pocos días: La culpa de lo que está pasando es de los políticos. La estafa, ¿o fue súper estafa? de Lehman Brothers en la que por cierto prestó sus servicios el actual ministro de Economía, Luis de Guindos, no le menciono con segundas intenciones, no vaya usted a pensar mal, fue culpa de Obama. He mencionada a esta entidad bancaria estadounidense porque está calificada como el símbolo de esta crisis que nos está matando lentamente, podría citar alguna española.
En fin, es de esperar que a Rajoy se le despierten los buenos sentimientos y que rectifique, haga justicia y de a los banqueros lo que se merecen. Esto de que “de a los banqueros lo que se merecen” tampoco lo digo con veladas y malévolas intenciones, no sea usted mal pensado.
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