El feto y Gallardón
El ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, acaba de anunciar que la malformación del feto no será razón para abortar, ha comenzado pues la anunciada reforma de la Ley del Aborto.
Yo no voy a entrar en el debate de sí o no es cuestionable el anuncio de la supresión de este supuesto como motivo para abortar, porque tengo muy claro que las decisiones, en cualquiera de los supuestos aprobados por la ley, los que realmente tienen que tomarlas son los interesados, es decir la pareja o la mujer si está sola. A nadie más compete el sí o el no y mucho menos a un ministro que pertenece a un Gobierno que ha cortado las ayudas a los dependientes y sabido es que las malformaciones del feto pueden dar como resultado final el que el nacido lo haga en unas condiciones que pueden ocasionar el que se ha traído al mundo a un ser que puede ser una persona dependiente de por vida. Habrá familias, las menos, que puedan atender sin ningún tipo de ayuda al dependiente pero a la vista de la experiencia se puede decir que son las menos por lo que la ayuda del Estado les es más que necesaria a las familias con escasos o nulos recursos.
En estos últimos meses hemos podido comprobar cómo el Gobierno, se ha deshecho de la Ley de Dependencia reduciendo su operatividad económica a la mínima expresión y lo ha hecho sin temblarle la mano a su presidente Mariano Rajoy al cual, visto lo visto, le importa muy poco lo que pueda sucederles en el futuro a todos aquellos que han venido al mundo en unas condiciones de dependencia muy graves. El Gobierno se ha desentendido de miles y miles de personas dependientes sin cargo de conciencia alguno. Esta actitud del Gobierno, me parece, es mi opinión, bastante cínica, porque para determinadas personas la vida puede ser un infierno aunque en muchos casos, por su estado físico y mental, no puedan darse cuenta de ello. La misma consideración me merecen los obispos que están por la vida y yo pregunto ¿hay alguien que no lo esté?, pero parece que a la derecha y a los obispos les gusta presumir de defensores de la vida, cuantos más hijos mejor, para luego desentenderse de las familias y a quien Dios de la de, san Pedro se la bendiga. Si pasan hambre y calamidades siempre pueden acogerse a esa socorrida frase de “Dios proveerá”. El ejercicio de hipocresía que llevan a cabo es indignante y un burdo engaño para aquellos que no disponen de los medios necesarios para sacar a sus hijos adelante y mucho menos a los dependientes, creo que en el fondo todos estamos por la vida, pero por una vida digna, y no me refiero solamente a la espiritual como la Iglesia propugna sino a la vida en todo su conjunto.
La decisión de Gallardón me parece que solo tiende a aumentar la tragedia que pueda estar sufriendo una familia. Lo que debe hacer es que la Ley de Dependencia funcione y funcione bien, con solvencia y amplitud, y con el tiempo veremos que no habrá rechazo alguno y que este supuesto debe mantenerse tal y como está legislado y sobre todo dejar que la mujer elija libremente y con ella su pareja.
Yo no voy a entrar en el debate de sí o no es cuestionable el anuncio de la supresión de este supuesto como motivo para abortar, porque tengo muy claro que las decisiones, en cualquiera de los supuestos aprobados por la ley, los que realmente tienen que tomarlas son los interesados, es decir la pareja o la mujer si está sola. A nadie más compete el sí o el no y mucho menos a un ministro que pertenece a un Gobierno que ha cortado las ayudas a los dependientes y sabido es que las malformaciones del feto pueden dar como resultado final el que el nacido lo haga en unas condiciones que pueden ocasionar el que se ha traído al mundo a un ser que puede ser una persona dependiente de por vida. Habrá familias, las menos, que puedan atender sin ningún tipo de ayuda al dependiente pero a la vista de la experiencia se puede decir que son las menos por lo que la ayuda del Estado les es más que necesaria a las familias con escasos o nulos recursos.
En estos últimos meses hemos podido comprobar cómo el Gobierno, se ha deshecho de la Ley de Dependencia reduciendo su operatividad económica a la mínima expresión y lo ha hecho sin temblarle la mano a su presidente Mariano Rajoy al cual, visto lo visto, le importa muy poco lo que pueda sucederles en el futuro a todos aquellos que han venido al mundo en unas condiciones de dependencia muy graves. El Gobierno se ha desentendido de miles y miles de personas dependientes sin cargo de conciencia alguno. Esta actitud del Gobierno, me parece, es mi opinión, bastante cínica, porque para determinadas personas la vida puede ser un infierno aunque en muchos casos, por su estado físico y mental, no puedan darse cuenta de ello. La misma consideración me merecen los obispos que están por la vida y yo pregunto ¿hay alguien que no lo esté?, pero parece que a la derecha y a los obispos les gusta presumir de defensores de la vida, cuantos más hijos mejor, para luego desentenderse de las familias y a quien Dios de la de, san Pedro se la bendiga. Si pasan hambre y calamidades siempre pueden acogerse a esa socorrida frase de “Dios proveerá”. El ejercicio de hipocresía que llevan a cabo es indignante y un burdo engaño para aquellos que no disponen de los medios necesarios para sacar a sus hijos adelante y mucho menos a los dependientes, creo que en el fondo todos estamos por la vida, pero por una vida digna, y no me refiero solamente a la espiritual como la Iglesia propugna sino a la vida en todo su conjunto.
La decisión de Gallardón me parece que solo tiende a aumentar la tragedia que pueda estar sufriendo una familia. Lo que debe hacer es que la Ley de Dependencia funcione y funcione bien, con solvencia y amplitud, y con el tiempo veremos que no habrá rechazo alguno y que este supuesto debe mantenerse tal y como está legislado y sobre todo dejar que la mujer elija libremente y con ella su pareja.
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