¿Qué se quiere tapar?
Más que el ministerio del Interior da la impresión de que se trata de la Agencia Estatal de Meteorología desde la que se lanzan los globos sondas para ver cómo anda la cosa por esos cielos. Si hace unos cuantos días el globo sonda era la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes, que salió a la palestra para “tantear” el ambiente y planteo aquello de “modificar la Ley de manifestación porque es muy permisiva”, ahora han soltado otro globo, se trata en este caso del director general de la Policía, Ignacio Cosidó, para evaluar que respuesta daría la opinión pública sobre el estudio que desde el ministerio del Interior se está haciendo para una posible prohibición de captación, reproducción y tratamiento de imágenes, sonidos y datos de los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado que se encuentre “en el ejercicio de sus funciones”. En ambos casos el ministerio ha tenido que recular y ha salido, ante los comentarios y opiniones adversas por parte tanto de los medios de comunicación como de los ciudadanos, intentando suavizar la cosa y garantizando que con esta medida no se pretende limitar el derecho a la libertad de expresión o información y que tampoco se impediría la toma de imágenes en las concentraciones. Una excusa muy pobre ya que todos los españoles se han dado perfecta cuenta de quien es este ministro del Interior y de que Rajoy debe atarlo muy corto, más bien debería despedirlo, para evitar males mayores. Y recalco lo de una excusa “muy pobre” porque como todos podemos ver los policías están irreconocibles con sus cascos y además no llevan visible su número de identificación. Esto último va contra las normas.
La pregunta es: ¿Qué se quiere tapar? ¿La imagen de los policías que ya de por si van a hacer, según el ministerio, “su trabajo” o los excesos de algunos de ellos a la hora de proceder a mantener el orden? ¿Quieran tapar espectáculos tan bochornosos como el que protagonizaron un grupo de policías descontrolados en la estación de Atocha el 25-S? Cuando se trata de buscar responsabilidades por actuaciones fuera de lugar se debe grabar a todos, a policías y a manifestantes y a todo aquel que se haya pasado de la raya, ya sea policía o manifestante, aplicarle el correspondiente correctivo. Donde no se ve a la policía intentando “controlar” una manifestación es en esos países donde existe un régimen dictatorial y de eso en España, los más mayores, tenemos una cierta y negativa experiencia. El caso de Atocha, al que antes he hecho mención, no habría salido a la luz si las medidas que ahora se proponen desde el ministerio del Interior hubiesen estado reguladas por Ley. Lo de Atocha y otros excesos cometidos por grupos incontrolados de manifestantes y policías. Los ciudadanos tienen derecho a saber lo que pasa. Se supone que estamos en un Estado democrático. ¿O no?
Está claro, hay que estar ciego para no verlo, que los mandos policiales con el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, al frente, están utilizando a la Policía como excusa para implantar una serie de medidas tendentes a que las calles, como ya he dicho en otra ocasión, se conviertan en cañadas reales por donde solamente circulan los borregos, los ciudadanos, vigilados por los pastores, los policías. Intentan meterle en la cabeza a los policías que sus enemigos son los estudiantes y los ciudadanos que salen a manifestarse para defender sus derechos. Los enemigos de la policía no son los estudiantes, como dijo aquel tristemente célebre jefe de la policía de Valencia, los enemigos de la policía son los delincuentes, los ladrones de guante blanco y los corruptos, de entre los cuales suelen surgir algunos políticos. Ese es el enemigo a combatir. Pero claro, si tenemos un ministro del Interior que pretende que la resistencia pasiva de los manifestantes sea considerado como un atentado a la autoridad, es decir si te estás quieto te doy y si te mueves también te doy, apaga y vámonos.
Finalizo dando el siguiente dato: Siempre se han quejado los miembros de las fuerzas policiales de que no han contado con los suficientes chalecos antibalas y que se ha dado el caso de que algunos policías se han equipado con ellos pagándolos de su bolsillo. Pues bien, ahora, no quiero creer que sea debido a la proliferación de manifestaciones en la calle, el ministerio, “a pesar de las dificultades presupuestarias”, así lo señalan, ha puesto en marcha la adquisición de hasta 20.000 chalecos antibalas. ¡Qué casualidad! ¿Es que esperan un “ataque a gran escala” de la ciudadanía? Lo he dicho en otras ocasiones y lo repito una vez más, vista la trayectoria del Gobierno a través del ministro del Interior, en este país no tardará mucho en haber presos políticos en las cárceles.
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