Del preámbulo al epílogo
Cuando esta recua de inútiles e incompetentes que nos gobierna, con “Platero” como guía, nos quiso “deleitar” cantándonos las “bondades” de una reforma laboral que según ellos iba a solucionar el problema del desempleo, creando puestos de trabajo, se limitaron única y exclusivamente a leernos el preámbulo de la “obra” que como es sabido esta introducción siempre suele ser un tanto confusa y en raras ocasiones el lector puede adivinar el verdadero argumento o adonde pretende llegar al autor.
Dicho esto, hay que tener en cuenta que si bien la lectura del preámbulo fue lo más parecido a ese sucio juego practicado por los trileros, no lo ha sido tanto el preámbulo a través de cuya lectura o vivencia hemos podido comprobar que el verdadero fin de esta reforma laboral no era otro que el de abaratar el despido y por tano despedir a cualquier trabajador por “cuatro perras gordas” y a través de ellos proceder a la “reconversión” de los contratos indefinidos en contratos temporales o a tiempo parcial, estos últimos son los que más “éxito” están teniendo, pero en ningún caso, como desgraciadamente ha quedado demostrado, ha sido para crear empleo, todo lo contrario ha servido y sigue sirviendo para precarizar el “disfrute” del puesto de trabajo y destruir cientos de miles de ellos. No hace falta leerse todo el contenido de la reforma laboral, a diario tenemos ejemplos “en vivo y en directo” de lo que es y de lo que se pretende con esta “brillante” acción del Gobierno, se pretende, ni más ni menos que haya trabajadores que con esta reforma salen mucho mejor “reformados” que otros, aunque no creo que la reforma así lo manifieste pero depende muy mucho de los grados de parentesco o amistad el que se pueda salir mejor o peor parado de un despido improcedente. Como es sabido la reforma cambió las normas y si hasta el 10 de febrero de 2012 un trabajador que sufría un despido improcedente tenía derecho a percibir una indemnización de 45 días por año trabajado en la empresa hasta un máximo de 42 meses, 1.360 días, después de esta fecha y con la reforma arbitrada por este grupo de desnortados insensibles e ignorantes de la realidad social y económica de los españoles, lo ha dejado en 33 días por año trabajado hasta un máximo de 24 mensualidades, es decir cobraría un máximo de 720 días, 640 días menos que antes de la reforma y esto es mucho dinero máxime cuando las perspectivas de encontrar un nuevo trabajo son más que imposibles. Pero claro, ya he dicho antes que unos salen mejor “reformados” que otros. Tenemos por ejemplo el caso narrado por un medio informativo en el cual se pone de manifiesto que el hermano del que fuera exministro de Aznar, Ángel Acebes, ha cobrado por despido improcedente de una empresa pública de Ávila, nada más y nada menos que 83.000 euros, casi 14 millones de las antiguas pesetas, con la salvedad de que no se le ha hecho el finiquito sobre la parte correspondiente a los 45 días y el resto hasta los 33 días, se le ha calculado sobre los 45 días. A todo esto hay que decir y para que nadie sienta lástima por el hermano del exministro, que ha recuperado su puesto de trabajo en Iberdrola donde por cierto su hermano es consejero. Otra que me da la impresión de que ha salido bien “reformada” ha sido la esposa de Ignacio González, presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, de la que se ha dicho que el dinero que obtuvo como finiquito al dejar la empresa en la que se dice que trabajó durante 26 años lo invirtió en la compra del ya “popular” ático de 500 metros cuadrados, en la turística población de Estepona, que costó la “insignificante” cantidad de 1.125.000 euros. Como se puede ver el preámbulo era un fiasco y el epílogo, para algunos, era y es un verdadero “chollo”.
No obstante aquellos trabajadores cuyas empresas se declaren insolventes, y que al despedir a sus empleados estos podrán optar al “premio de consolación” que dadivosamente les “regala” el Fondo de Garantía Salarial (FOGASA) y que por muchos años que se haya estado trabajando en la misma empresa puede recibir una indemnización testimonial o simbólica que en contadas ocasiones puede sobrepasar los 6.000 euros, a estos se les puede calificar como ínfimamente “reformados” y a las cuales casi se les exige que observen una actitud que se podría definir como la de “jodidos y agradecidos” y copiar cien veces en la pizarra esa frase que dice que “menos da una piedra” cuando asistan a esa engañifa a la que se le ha dado en llamar “cursos de formación” y que cuando el trabajador se ha reciclado y ha aprendido un nuevo oficio pasa a engrosar las cifras del paro a pesar de haber pasado por todos los cursos de formación habidos y por haber.
Resumiendo: Este grupo de ineptos a los que con frívola facilidad se les define como ministros, vicepresidenta y presidente del Gobierno, no han sido capaces de elaborar, redactar o escribir una reforma laboral acorde con la realidad social y económica , cuyo preámbulo es un confuso y a la vez un claro engaño finalizándolo con un epilogo que no hace más que poner de manifiesto cuáles son sus verdaderas intenciones, intenciones que no son otras que beneficiar a las empresas y enterrar las pocas ilusiones y esperanzas que creían poseer los trabajadores.
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