¿Es el cáncer un castigo divino?
A raíz de la confesión de Pedro Zerolo, militante socialista y concejal en el Ayuntamiento de Madrid de que está enfermo de cáncer ha habido algunos desalmados que se han manifestado de forma totalmente indecente, algo normal por su condición de fascistas intolerantes que como es natural en este tipo de gentuza no tienen el más pequeño detalle de mostrar aunque sea un mínimo de compasión y de solidaridad ante un hecho tan grave en el que le va la vida a una persona. Hay otros que han ido más lejos y que a pesar de “vestir de largo” me refiero a enfundar sus malos instintos, entre ellos su homofobia, su odio, dentro de una sotana, a pesar de que se les supone ministros del Señor, de la Iglesia Católica, se han atrevido, han osado, el poner en duda la benevolencia y el amor que tanto Dios como su hijo dicen que profesan a sus semejantes, afirmando este “sotanudo” que la enfermedad, la maligna y mortal enfermedad que padece Zerolo es muy probable que sea “un efecto de la divina providencia”. No hace falta ser muy asiduo, muy de misa, para darse cuenta de que el “sotanudo” se refiere a que se trata de un castigo divino. O sea que Dios castiga a los que según algunos religiosos, el Papa Francisco no opina así, se salen de lo que los hombres, no Dios, han escrito en cuanto a cómo hay que conducirse y comportarse en la vida, ante esto habría que preguntar a estos que pretenden no solamente conducir el rebaño sino que además quieren tenerlo encerrado en un recinto privándoles de su libertad, que porqué ese “castigo divino” deben sufrirlo las personas de bien, las buenas gentes y particularmente los niños que son muchos, demasiados, los que ven su vida truncada cuando ni tan siquiera han comenzado a darse cuenta de que la vida, el mundo, existe. No, yo creo que estos desalmados le hacen un flaco favor a la Iglesia Católica y mucho, muchísimo daño, en unos tiempos en los que parece ser hemos dado con un Papa que conoce a las personas, que quiere que estas sean libres, porque la libertad es algo que siempre se nos ha negado a los más débiles, a los más desfavorecidos, a los que han estado y seguimos estando al dictado de los poderosos.
Los que somos creyentes pero que no frecuentamos las iglesias, no entendemos como sus mandatarios no expulsan fulminantemente a estos “sotanudos” que no sienten la menor compasión y dolor ante el sufrimiento de sus semejantes y además se atreven a culpar a Dios del sufrimiento que ese desvalido está padeciendo. En mi caso creo que Dios está en todas partes. Dios no puede estar solamente en una o varias iglesias rodeado del lujo y la riqueza que en ellas se contiene. Ese no es su hábitat natural. La frase del Papa Francisco de “Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres” no fue una expresión gratuita, Dios debe estar con los pobres, en sus casas, en sus lugares de trabajo, estando a su lado en los momentos de alegría que suelen ser pocos y en los de sufrimiento que son muchos más. Creo que aunque hoy en día haya sido “desterrada” la sotana, aunque algunos miembros de ciertas congregaciones ancladas en el pasado aún las vistan, esta es una prenda que hay que vestirla con respeto y con dignidad, sobre todo por honrar la memoria de todos aquellos que en su momento supieron hacer un buen uso de ella y ejercer su ministerio dando a los demás más, mucho más, de lo que ellos mismos poseían. Y sobre todo su amor y su solidaridad.
No, no creo en que exista el castigo divino, más bien estoy seguro de que lo que verdaderamente existe es algún que otro individuo que ha elegido el sacerdocio como podría haberse inclinado por cualquier otro tipo de actividad laboral.
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