Ayuda a las familias
Los obispos han puesto el grito en el cielo, es natural, lo suyo es el cielo, y han criticado la decisión del presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, de conceder una ayuda de 2.500 euros a todas las familias por cada hijo que tengan o adopten. Dicen que esto no beneficia a la familia, que lo que realmente beneficia a las familias es el que el Gobierno retire la Ley del Divorcio.
Si seguimos las pautas marcadas por los obispos en lo que a salvaguarda del núcleo familiar se refiere, podemos comprobar que lo mejor para la familia es que recen todos los días, cuanto más mejor, en épocas del medievo y no tan lejos de la actual, había países en que mientras sus ciudadanos rezaban en las iglesias se olvidaban de los días de ayuno forzoso por falta de alimentos. Y hasta algunos salían de la iglesia muy reconfortados, pues siempre se ha dicho que “no solo de pan vive el hombre”, aunque muchos de los que hacían suya esta máxima acababan muriéndose de hambre. Hoy en día esto sigue ocurriendo.
Y dentro de las coordenadas morales que nos marcan los obispos, mejor es que no exista la Ley del Divorcio y que las cónyuges se ignoren el uno al otro, viviendo bajo el mismo techo, que discutan a voz en grito, que se insulten y hasta que se agredan delante de sus hijos. Eso mantiene firme la unidad de la familia y sobre todo el bienestar y la salud mental de los hijos. ¡Si esto se puede arreglar yendo todos los días la pareja, padre y madre, a confesarse y comulgar! Es cuestión de fe. ¡Los hijos ya se acostumbraran! Y si no lo hacen pues peor para ellos. Lo importante, según los obispos, es vivir, pero de que manera, todos en el mismo hogar. ¡Qué felicidad!
También a la familia se la puede ayudar construyendo un templo, como piensa hacer el arzobispo de Valencia, García Gasco, de 3.300 metros cuadrados para homenajear a sus mártires, a los del bando de Franco, fallecidos durante la Guerra Civil. Como no se ayuda a la familia es haciendo una Ley de la Memoria Histórica como pretende Zapatero, para poder devolver la dignidad y el honor a aquellos que tan indignamente fueron tratados por el régimen dictatorial del General Franco. Las familias de los primeros se sentirán muy reconfortados espiritualmente y las de los segundos, hundidos moralmente. Y es que hay familias y familias. Está la familia católica y la normal, la del populacho, que no tiene derecho a que su Gobierno le “homenajee” dándole una gratificación en metálico, cuando ese dinero podría contribuir para la construcción del tempo del arzobispo de Valencia, García Gasco.
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