El marketing y el ladrillo
Considero que es un atrevimiento por mi parte hablar de economía y de gestión empresarial, puesto que soy un ciudadanos de a pie sin un amplio, más bien escaso, conocimiento de todo aquello que debe conformar la parte más importante de una iniciativa empresarial antes de que esta se ponga en marcha.
Se que existe eso que se llama “marketing”, el estudio de mercados, y que entre otras definiciones tiene una que se concreta, según los expertos, en lo siguiente: “Marketing es tener el producto adecuado, en el momento adecuado, adaptado a la demanda, en el tiempo correcto y con el precio más justo”. Visto así, y ante la debacle que se está produciendo en el sector de la construcción, a mi me da la impresión de que los promotores y constructores de viviendas no han tenido presente ni un solo condicionamiento de los significados de la palabra “Marketing” que he descrito anteriormente.
Puede que el momento fuese adecuado, pero en su justo momento, la demanda de un producto suele ser muy fuerte pero la experiencia nos ha enseñado que esa demanda de forma paulatina va decreciendo y que por tanto el ritmo de la fabricación, en este caso construcción, del producto tiene que adaptarse al que en cada momento marque la demanda, ahí es donde encaja lo de “en el tiempo correcto” del cual nos habla el marketing. También se habla en esa definición de “y con el precio más justo”. El precio de venta de las viviendas no ha sido el justo sino que se ha supervalorado. Sin duda alguna si el precio hubiera sido más moderado y acorde con los medios económicos de los que más consumen el producto en cuestión: la clase trabajadora, se hubieran vendido más viviendas. Si no se hubiesen aplicado precios de venta tan altos pensando que al boom de la vivienda no se iba a acabar nunca, grave error, estoy seguro de que hoy no habría tantas sin vender y la situación del sector inmobiliario sería muy distinta.
La gente dice, y no le falta razón, que los constructores y promotores han ganado mucho dinero en estos últimos años y se preguntan que donde están esos beneficios. Los beneficios vienen por si solos cuando desde el principio se cuenta con una financiación interna, propia, y no hay necesidad de recurrir a medios de financiación externos consistentes en la subrogación por parte de los compradores de los créditos concedidos al constructor. Esto es un sistema peligroso que al final, como se está dando el caso, no hay compra de viviendas y por tanto no hay subrogación de créditos por lo que el promotor se ve con la soga al cuello. Todo lo que reluce no es oro y ahora nos damos cuenta de que esas “grandes” empresas promotoras y constructoras no eran tan fuertes, económicamente, como todos creíamos o nos habían hecho creer. La mayoría de ellas se han lanzado al agua sin adoptar las debidas medidas de seguridad. No han tenido en cuenta que el “momento adecuado” se estaba agotando, que la “demanda” iba disminuyendo por el precio de los hipotecas y por el abusivo precio de los pisos y que por tanto era obligado aflojar el ritmo de producción.
El “recuperado” y “restaurado” Cristóbal Montoro, uno de los “nuevos” de Rajoy, afirma que el Gobierno sabía que esto iba a pasar. ¡Toma! el Gobierno y el resto de los españoles. Por lo visto en el PP no lo sabían. Es raro, siendo tan listos como quieren aparentar, que no llegaran ni a imaginarlo.
La avaricia rompe el saco y es muy posible que las empresas dedicadas a la construcción y venta de viviendas hayan matado a la gallina de los huevos de oro.
Se que existe eso que se llama “marketing”, el estudio de mercados, y que entre otras definiciones tiene una que se concreta, según los expertos, en lo siguiente: “Marketing es tener el producto adecuado, en el momento adecuado, adaptado a la demanda, en el tiempo correcto y con el precio más justo”. Visto así, y ante la debacle que se está produciendo en el sector de la construcción, a mi me da la impresión de que los promotores y constructores de viviendas no han tenido presente ni un solo condicionamiento de los significados de la palabra “Marketing” que he descrito anteriormente.
Puede que el momento fuese adecuado, pero en su justo momento, la demanda de un producto suele ser muy fuerte pero la experiencia nos ha enseñado que esa demanda de forma paulatina va decreciendo y que por tanto el ritmo de la fabricación, en este caso construcción, del producto tiene que adaptarse al que en cada momento marque la demanda, ahí es donde encaja lo de “en el tiempo correcto” del cual nos habla el marketing. También se habla en esa definición de “y con el precio más justo”. El precio de venta de las viviendas no ha sido el justo sino que se ha supervalorado. Sin duda alguna si el precio hubiera sido más moderado y acorde con los medios económicos de los que más consumen el producto en cuestión: la clase trabajadora, se hubieran vendido más viviendas. Si no se hubiesen aplicado precios de venta tan altos pensando que al boom de la vivienda no se iba a acabar nunca, grave error, estoy seguro de que hoy no habría tantas sin vender y la situación del sector inmobiliario sería muy distinta.
La gente dice, y no le falta razón, que los constructores y promotores han ganado mucho dinero en estos últimos años y se preguntan que donde están esos beneficios. Los beneficios vienen por si solos cuando desde el principio se cuenta con una financiación interna, propia, y no hay necesidad de recurrir a medios de financiación externos consistentes en la subrogación por parte de los compradores de los créditos concedidos al constructor. Esto es un sistema peligroso que al final, como se está dando el caso, no hay compra de viviendas y por tanto no hay subrogación de créditos por lo que el promotor se ve con la soga al cuello. Todo lo que reluce no es oro y ahora nos damos cuenta de que esas “grandes” empresas promotoras y constructoras no eran tan fuertes, económicamente, como todos creíamos o nos habían hecho creer. La mayoría de ellas se han lanzado al agua sin adoptar las debidas medidas de seguridad. No han tenido en cuenta que el “momento adecuado” se estaba agotando, que la “demanda” iba disminuyendo por el precio de los hipotecas y por el abusivo precio de los pisos y que por tanto era obligado aflojar el ritmo de producción.
El “recuperado” y “restaurado” Cristóbal Montoro, uno de los “nuevos” de Rajoy, afirma que el Gobierno sabía que esto iba a pasar. ¡Toma! el Gobierno y el resto de los españoles. Por lo visto en el PP no lo sabían. Es raro, siendo tan listos como quieren aparentar, que no llegaran ni a imaginarlo.
La avaricia rompe el saco y es muy posible que las empresas dedicadas a la construcción y venta de viviendas hayan matado a la gallina de los huevos de oro.
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