Dinero sin fronteras
Bueno, parece ser que al dinero vuelve a discurrir por sus cauces normales, mejor diría depositarse en sus hábitats “naturales”, las cajas fuertes de los bancos que no en lo que se refiere a la concesión de créditos a las empresas y a las familias, al menos así nos lo da a entender el recientemente elaborado “test de estrés a los bancos”. Al parecer hay dinero a punta pala.
Ante esto uno recuerda aquellos días, no muy lejanos, en los que la cosa del dinero andaba un tanto rara, el dinero estaba “missing”, desaparecido, y los gobernantes de los países desarrollados y empobrecidos en esos momentos, al menos aparentemente en lo que se refería a los bancos, se lanzaron al galope para buscar soluciones. Se llegó a tratar en el G-20, allá por abril de 2009, y se alcanzó el compromiso para luchar contra los paraísos fiscales, y especialmente la publicación de una lista, elaborada por la OCDE, con los países que se han hecho acreedores de dicha clasificación, lo que provocó la irritación de los afectados. Hasta se habló de elevar el porcentaje de tributo a las arcas públicas que afectaba a las Sociedades de Inversión Colectiva de Capital Variable (SICAV), esas sociedades solo para gente VIP, o sea para los que disponen de grandes fortunas, que tributan al 1% sobre sus beneficios mientras las demás sociedades tributan al 25%. Pero esto se dejó de lado porque se pensó que ello provocaría la salida de estos capitales hacia los paraísos fiscales, lo cual pone de manifiesto la “férrea voluntad” de acabar con los paraísos fiscales. En el caso de España se ha seguido con el estatus “especial” de aplicar a las SICAV el 1%, lo que de algún modo podríamos equiparar con un paraíso fiscal con una tributación testimonial.
Todo eso ha pasado al olvido. Ahora hay dinero, eso dicen, los que lo necesitan para sus empresas o para comprarse una vivienda no lo ven por ninguna parte y no me extrañaría nada que se llegara hasta el extremo de fundar una Organización No Gubernamental (ONG) a nivel mundial a la que se le podría llamar “Dinero sin Fronteras” que tributaría a través de la Ley de la Renta, al igual que las ONGs, lo cual podría propiciar el que se pudiera “blanquear” ese dinero y que al final no existiese delito por la evasión de capitales.
No sé si la idea es buena o mala, porque en estas cosas del dinero mi recordado padre siempre decía que cuando había dinero de por medio la cosa empezaba a dar asco, pero ya que no pueden ¿o no quieren? cortar el flujo de dinero hacia los paraísos fiscales al menos que autoricen la creación de estas ONGs. Algo habrá que hacer. Como en cierta ocasión dijo Adolfo Suárez: “Hay que hacer oficial lo que a nivel de calle ya lo es”.
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