Carta a José María Aznar
Señor Aznar: Posiblemente haya escuchado o leído que este pasado fin de semana han perdido la vida en la carretera dos jóvenes porque un individuo que conducía borracho estampó su coche contra el vehículo en el que iban estas dos personas fallecidas.
Señor Aznar, recientemente he recordado sus palabras pronunciadas durante el acto, era un 3 de mayo de 2007, en el que a usted le impusieron en Valladolid la medalla de honor de la Academia del Vino de Castilla y León. En un estado no quiero decir que de euforia etílica porque no me consta, pero sí en un estado de insensatez usted, haciendo befa y mofa de esos lemas de la Dirección General de Tráfico (DGT) que advertían aquello de “Si bebes nos conduzcas” y también decían eso de “No podemos conducir por ti”. Sobre el primero de ellos decía usted: “Déjame que beba tranquilamente, no pongo en riesgo a nadie ni hago daño a los demás” y sobre el segundo y ya rizando el rizo de la necedad dijo: “Yo siempre pienso, ¿y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí?” agregando a esto lo siguiente: “Las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber déjame que las beba tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie ni hago daño a los demás”.
Esas frívolas manifestaciones de usted, señor Aznar, hacen que unido a lo que manifestó en su día sobre lo que está sucediendo en Iraq en el sentido de que si se volviera a presentar decidiría del mismo modo, motivan el que a cualquier persona medianamente sensata le asalte la duda y el temor al pensar que durante ocho años los españoles estuvimos en manos de un individuo que creyéndose o queriendo ser gracioso o simpático, se pronuncia de forma tan desafortunada como lamentable sobre una cuestión como la que, no es la primera ni desgraciadamente será la última, ha provocado este sujeto que conducía en estado de embriaguez, truncando la vida de dos personas jóvenes cuyo tiempo y futuro ha cortado de raíz este borracho que a lo mejor pensaba como usted se expresaba de forma tan lamentable y repito, tan insensata, ese 3 de mayo de 2007.
Espero que con el apoyo que usted está prestando a Mariano Rajoy en estos últimos días, este no se deje influenciar por usted y no adquiera las mismas formas de pensar sobre todo lo que se relaciona con aquello que pueda dañar a las personas. Aunque esa influencia puede hacer mella en una persona con tan poco personalidad como la que tiene Rajoy. Los actos temerarios no hacen más que daño a los demás e incluso a uno mismo. Y fomentar el consumo de alcohol en la forma en que usted lo hizo es un acto temerario. Me gustaría despedirme mostrándole mi respeto pero me es imposible.
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