Violencia estructural
Una nueva denominación se ha venido a añadir a una de las distintas circunstancias que provocan el que las mujeres sean consideradas como una rama distinta de la especie humana cuando en realidad la mujer es el eje principal del género humano. Todo el proceso de la vida gira a su alrededor aunque muchos le nieguen esta posición en la sociedad.
Ahora al ministro de Justicia, a Alberto Ruíz Gallardón, aquel al que muchos creían un “progre”, vamos, que era un buen chico, moderno y un tanto distanciado del conservadurismo que impera en el partido político al cual pertenece, pero que al final ha resultado lo que es normal: que la cabra siempre tira al monte. Lo ha demostrado Gallardón, en la primera ocasión que se le ha presentado dentro de sus cometidos al frente del ministerio de Justicia. A Gallardón no se le ha olvidado que los obispos y algunas organizaciones cristianas demandaban la retira de la Ley del Aborto y que su partido, el PP, hizo suyo este deseo. Por cierto, sumo ya muchos años y no recuerdo que los obispos y esos colectivos se manifestaran en la calle en contra de que muchas mujeres fueran a abortar a Londres, las que económicamente podían y dudo de que entre ellas hubiera mujeres de la clase trabajadora. Esto era vox populi pero nadie se echaba a la calle para manifestar su desacuerdo y su repulsa. En cualquier caso ¿a quién puede hacer daño la actual Ley del Aborto? ahí está, quien lo desee se puede acoger a ella y a las que no la utilicen nadie les obliga a hacerlo. Retirar la Ley hubiera supuesto el mostrarse ante la sociedad mundial como una especie de cavernícolas reaccionarios y no se han atrevido a tanto, pero no cabe duda de que dentro de unos meses todos quedaremos sorprendidos cuando veamos lo “descafeinada” que va a quedar esta ley y la espada de Damocles que se va a ver sobre las mujeres en el caso de que deciden abortar. Gallardón lo ha dicho bien claro en lo que se refiere a si hay intención de recortar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, tal y como le ha cuestionado la oposición. A este respecto ha respondido afirmando que “no solamente” los va a recortar sino que va aumentar la protección del derecho reproductivo, no sé de donde ha sacado que alguien ha intentado quitarle ese derecho a las mujeres, de lo que se trata es de que las mujeres puedan decidir si siguen adelante con su embarazo o no con plena libertad sin que el peso de una ley retrograda caiga sobre ellas. O sea que la nueva ley del aborto que va a quedar después de que el PP la modifique va a ser una norma restrictiva y sancionadora para los derechos y la libertad de la mujer.
Gallardón se ha sacado de la manga una nueva denominación para justificar esta decisión y dice que la mujer está sufriendo una “violencia estructural”. Genial la definición de Gallardón, muy ocurrente y que demuestra que algunos políticos y como en este caso Gallardón, a la hora de justificar lo injustificable suelen inventarse frases y palabras que nadie las entiende, pero que suenan muy bien. En cualquier caso si esa “violencia estructural” se refiere a temas sociales, laborales y por tanto económicos dispónganse las normas legales pertinentes para acabar con esta “violencia estructural” y eso es competencia, responsabilidad y obligación de su partido que hoy gobierna y que con la misma mayoría parlamentaria con que va a reformar la actual Ley del Aborto puede aprobar esas normas a las que antes me he referido.
Esto es de locura, hasta se ha llegado a decir que con los recortes que va a sufrir la ley del aborto se verá la mujer beneficiada a la hora de lograr un empleo, algo que no se entiende muy bien si como se dice dentro de esa “violencia estructural” con la cual Gallardón ¿quiere acabar? la mujer quiere abortar por no perder el trabajo, y si continúa con el embarazo ¿tiene más posibilidades de encontrar o conservar su puesto de trabajo? Son palabras y frases huecas de un Gallardón que ha defraudado a muchos ciudadanos y que si de verdad tiene ganas de que su ministerio funcione lo primero que debe hacer es arremangarse las mangas y dedicarse a poner en orden todo lo relacionado con la Administración de Justicia que está en una situación de verdadera pena. Pero claro, primero es atender a los obispos. Es mucho Rouco Varela. Esta es la España del siglo XXI donde el clero sigue dictando las normas a través de las cuales se debe conducir la sociedad. A este viejo, castigado y sufrido país le está costando horrores el poder levantar el vuelo. Y no me refiero, en este caso, a lo económico. Hay cosas que son más importantes en la vida que el dinero, entre estas la principal: La libertad.
Ahora al ministro de Justicia, a Alberto Ruíz Gallardón, aquel al que muchos creían un “progre”, vamos, que era un buen chico, moderno y un tanto distanciado del conservadurismo que impera en el partido político al cual pertenece, pero que al final ha resultado lo que es normal: que la cabra siempre tira al monte. Lo ha demostrado Gallardón, en la primera ocasión que se le ha presentado dentro de sus cometidos al frente del ministerio de Justicia. A Gallardón no se le ha olvidado que los obispos y algunas organizaciones cristianas demandaban la retira de la Ley del Aborto y que su partido, el PP, hizo suyo este deseo. Por cierto, sumo ya muchos años y no recuerdo que los obispos y esos colectivos se manifestaran en la calle en contra de que muchas mujeres fueran a abortar a Londres, las que económicamente podían y dudo de que entre ellas hubiera mujeres de la clase trabajadora. Esto era vox populi pero nadie se echaba a la calle para manifestar su desacuerdo y su repulsa. En cualquier caso ¿a quién puede hacer daño la actual Ley del Aborto? ahí está, quien lo desee se puede acoger a ella y a las que no la utilicen nadie les obliga a hacerlo. Retirar la Ley hubiera supuesto el mostrarse ante la sociedad mundial como una especie de cavernícolas reaccionarios y no se han atrevido a tanto, pero no cabe duda de que dentro de unos meses todos quedaremos sorprendidos cuando veamos lo “descafeinada” que va a quedar esta ley y la espada de Damocles que se va a ver sobre las mujeres en el caso de que deciden abortar. Gallardón lo ha dicho bien claro en lo que se refiere a si hay intención de recortar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, tal y como le ha cuestionado la oposición. A este respecto ha respondido afirmando que “no solamente” los va a recortar sino que va aumentar la protección del derecho reproductivo, no sé de donde ha sacado que alguien ha intentado quitarle ese derecho a las mujeres, de lo que se trata es de que las mujeres puedan decidir si siguen adelante con su embarazo o no con plena libertad sin que el peso de una ley retrograda caiga sobre ellas. O sea que la nueva ley del aborto que va a quedar después de que el PP la modifique va a ser una norma restrictiva y sancionadora para los derechos y la libertad de la mujer.
Gallardón se ha sacado de la manga una nueva denominación para justificar esta decisión y dice que la mujer está sufriendo una “violencia estructural”. Genial la definición de Gallardón, muy ocurrente y que demuestra que algunos políticos y como en este caso Gallardón, a la hora de justificar lo injustificable suelen inventarse frases y palabras que nadie las entiende, pero que suenan muy bien. En cualquier caso si esa “violencia estructural” se refiere a temas sociales, laborales y por tanto económicos dispónganse las normas legales pertinentes para acabar con esta “violencia estructural” y eso es competencia, responsabilidad y obligación de su partido que hoy gobierna y que con la misma mayoría parlamentaria con que va a reformar la actual Ley del Aborto puede aprobar esas normas a las que antes me he referido.
Esto es de locura, hasta se ha llegado a decir que con los recortes que va a sufrir la ley del aborto se verá la mujer beneficiada a la hora de lograr un empleo, algo que no se entiende muy bien si como se dice dentro de esa “violencia estructural” con la cual Gallardón ¿quiere acabar? la mujer quiere abortar por no perder el trabajo, y si continúa con el embarazo ¿tiene más posibilidades de encontrar o conservar su puesto de trabajo? Son palabras y frases huecas de un Gallardón que ha defraudado a muchos ciudadanos y que si de verdad tiene ganas de que su ministerio funcione lo primero que debe hacer es arremangarse las mangas y dedicarse a poner en orden todo lo relacionado con la Administración de Justicia que está en una situación de verdadera pena. Pero claro, primero es atender a los obispos. Es mucho Rouco Varela. Esta es la España del siglo XXI donde el clero sigue dictando las normas a través de las cuales se debe conducir la sociedad. A este viejo, castigado y sufrido país le está costando horrores el poder levantar el vuelo. Y no me refiero, en este caso, a lo económico. Hay cosas que son más importantes en la vida que el dinero, entre estas la principal: La libertad.
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