Hacia una España Mejor

jueves, octubre 25, 2012

Un ahorro cuestionable

Resulta que el conseller de Sanidad de la Generalitat Valenciana, Luís Rosado, se ha planteado muy seriamente lo de ahorrar al máximo en todo lo concerniente a la actividad que se desarrolla en centros de salud y hospitales. Para ello contratará a empresas auditoras de carácter privado y estas cobrarán un fijo por su trabajo y después se establecerá un sistema de penalización si no cumplen con los objetivos de ahorro. Es decir, que se trata de que el gasto sanitario le cueste menos dinero al Consell, pero por otro lado paga a unas empresas privadas que se encargarán de controlar y rebajar ese gasto. El ahorro es bastante cuestionable. Estas empresas seguro que no van a trabajar por la paja. Otra de las medidas que piensa emplear el conseller es el de pagar más a los profesionales que contribuyan a horrar. De este modo se prevé una nueva dimensión de la productividad que, entre otros aspectos, puede posibilitar el incentivar a los médicos o enfermeros que cumplan los objetivos de productividad marcados por esas empresas privadas. No hace falta ser muy sagaz para darse cuenta de que en lo único que pueden ahorrar los médicos es en recetar menos medicamentos, pedir menos pruebas de laboratorio, menos resonancias, atender en consulta e intervenir quirúrgicamente a más pacientes en el más corto espacio de tiempo, dar el alta hospitalaria dentro de la mayor brevedad, acortar los días de las sesiones de rehabilitación y abreviar en todo lo que se establece entre el enfermo y su relación con los distintos departamentos o áreas de un hospital o centro de salud. En definitiva, según el conseller Rosado, “se trata de mejorar la variabilidad, todos podemos tratar una enfermedad de una forma muy eficiente y otras veces menos eficiente, matar una mosca con un cañonazo o con un matamoscas”. Yo intuyo que a lo que se refiere el conseller es que no hace falta recetar tranquilizantes que pueden resultar caros cuando con un sobrecito de tila se puede arreglar la cosa. Una buena tisana puede hacer milagros. O combatir los ardores del estómago echándose un buen puñado de bicarbonato a la boca seguido de un vaso de agua puede resultar más eficaz que el Almax. Pero yo voy más allá, ni cañones ni matamoscas, sonrisas, sí sonrisas, o es que nos hemos olvidado lo que el que fuera conseller de Sanidad, Joaquín Farnós, dijo y de ello se hizo eco el diario El País el 12 de diciembre de 1997, “a veces una sonrisa cura más que la tecnología”. Ese y no otro es el tratamiento más barato y más eficaz: La sonrisa. Por tanto ni empresas auditoras ni gaitas gallegas, lo que debe hacer Rosado es abrir un concurso oposición para a través de él contratar a aquellas personas que tengan la sonrisa más agradable y por tanto más terapéutica y fuera médicos y enfermeros y toda la parafernalia hospitalaria que se emplea. Sonrisas y más sonrisas. Eso es lo que se corresponde, posibilitar con una sonrisa el que el enfermo sonría también, ¿o es que nos hemos olvidado de que reír es sano? Sonreír es muy barato. Y ya que estamos hablando de cosas de la salud, recordar, en relación con la desaladora de Torrevieja, aquella de la cual en el PP decían, en concreto González Pons, que era una nuclear del mar, y que ahora parecer ser que ya no lo es, parece que la tal desaladora va a soltar por sus grifos agua bendita, hasta el extremo de que aquello que dijo el 3 de abril de 2008, y de lo que informó este diario, un diputado provincial del PP cuyo nombre prefiero obviar, asegurando que el uso del agua que genera la planta puede originar atrofia en los genitales. Atrofia no se, pero seguro que los suyos los tenía a tiras al atreverse a decir tal cosa. Ahora no, ahora que gobierna el PP, esa agua que era maldita ya no lo es por lo que se puede dar el caso de que incluso de a los genitales una mejor textura. Y digo yo, por qué en este país no se considera delito el decir tonterías. Lo que sí está claro es eso que dice de que “hay tontos que tontos nacen y tontos que tontos son y tontos que tontos hacen a los que tontos no son”, siempre está vigente.