El aneurisma letal
Es normal lo que ocurre cuando se fuerzan las cosas y se traspasan los límites de la capacidad de resistencia a cualquier nivel o de cualquier naturaleza.
Obvio es decir que en España, aunque el “resfriado” es general solo que a España le pilló con escasa “ropa de abrigo” de ahí que le haya afectado bastante más que a otros, se han ido forzando las cosas desde 1996, año en que Aznar ganó las elecciones generales, hasta la fecha. Es indiscutible que el Gobierno de Aznar comenzó a forzar el motor de la economía con el alumbramiento de la burbuja inmobiliaria que como hemos podido comprobar fue el comienzo de “pan para hoy y hambre para mañana”. La “época dorada” de Aznar no lo era porque hubiera recibido un baño de oro, ese material precioso brillaba por su ausencia, el brillo dorado venía dado por el bronce pulido que da el “pego” pero que al final suele ponerse oscuro.
Cuando a cualquier organismo ya sea humano o mecánico, se le exige más de lo que realmente pueda dar al final se produce el reventón y todo salta por los aires. Durante aquellos años de Aznar, a los españoles se nos hizo llegar a creer que vivíamos como “Alicia en el País de las Maravillas”, cuando realmente estábamos viviendo en el país de “Antoñita La Fantástica”, aquello fue el principio del fin, un fin que como estamos comprobando ha sido más que traumático, ha sido trágico. La fantasía, la fanfarria, no conduce a nada positivo. Fue Aznar el que trató de “pedigüeño” a Felipe González porque este iba pidiendo dinero para España a la Unión Europea, y fue Aznar el que con su chulería irresponsable comenzó a pavonearse por Europa propagando a los cuatro vientos que el crecimiento económico de España era superior al de Alemania y al de otros países ricos de la UE. Evidentemente estas irreflexivas y triunfalistas manifestaciones de Aznar, pusieron en evidencia ante sus votantes a los líderes europeos cuyos países estaban aportando la “pasta” para ayudar a España, en especial a Alemania que era la que más dinero aportaba a las arcas de la UE, lo que provocó el que se decidiera que ya que España era “rica” no había motivo alguno para que siguiera percibiendo las ayudas a las regiones calificadas como Objetivo 1 y continuara disfrutando de los Fondos de Cohesión. A partir de ahí se fue cerrando el grifo y así nos va. La chulería, la prepotencia y la arrogancia, no suelen ser las mejores actitudes para andar por la vida. Y de todas esas “virtudes” andaba Aznar más que sobrado. Como antes he dicho, con Aznar comenzó el principio del fin.
Luego vino Zapatero y fue a él al que se le manifestó el que el motor de la economía se hubiera forzado. El motor comenzó a perder aceite y a fallar de forma alarmante y Zapatero no supo aplicar las medidas reparadoras para evitar el que nos quedáramos tirados en la carretera. Eso le costó perder las elecciones, a él no, al PSOE, y propició la entrada de Mariano Rajoy al frente del Gobierno de España. Rajoy, un vendedor de humos, que decía que tenía soluciones para arreglar el averiado motor y que esas soluciones se pueden resumir en las palabras que dijo recientemente: “Tiene gracia que me recriminen que dejé de lado mis promesas electorales”. Sobran comentarios.
Si uno, Aznar, fue quien provocó la avería, el otro, Zapatero, fue incapaz de evitar que fuera a más, pero el tercero, Rajoy, el “manitas” que decía que podría arreglarla, lo que ha demostrado es que es un “manazas” que ha provocado el que al motor se le rompa la cadena de distribución y este haya reventado por todas partes. Hablando en términos médicos se podría decir que con Rajoy al frente del Gobierno, el país ha sufrido un aneurisma letal y que todo el entramado económico y social se ha venido abajo por la falta del necesario riego para dar vida a un cuerpo. En este caso a España.
La cuestión es que entre todas la mataron y ella sola se murió. Resulta insultante la declaración del consejero delegado del Banco de Sabadell, Jaume Guardiola, tratándonos de tontos a los españoles, admitiendo algo que todos sabemos. El consejero delegado ha reconocido que los bancos tienen parte de culpa de la crisis. Eso sí, culpa al Banco de España, diciendo que este “no fue capaz de frenar el crédito como era su obligación”. Puede que no le falte razón, pero ¿es el Banco de España el culpable de que cuando un español iba a pedir una hipoteca para comprarse una vivienda el banco le ofreciese que la suscribiera por un importe que le permitiera adquirir todo el mobiliario y comprarse un nuevo coche? No, la culpa era de los bancos que te llenaban de dinero los bolsillos, en muchos casos sin que el beneficiario pudiera ofrecer las garantías necesarias para demostrar fehacientemente que podría cumplir con los pagos de la hipoteca.
Toda pasa y todo queda. Pasó Aznar, pasó Zapatero, pasará Rajoy y solo quedará para los españoles pobreza y miseria.
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