Los niños del escrache
Desde que Esteban González Pons, aquel que en su día incitó a los españoles para que se manifestaran “a la egipcia”, lanzándose a la calle, contra el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, desde que este diputado fue objeto de un escrache hasta la puerta de su domicilio y se dijo que sus hijos presenciaron este hecho, cosa al parecer incierta ya que son muchos los medios de comunicación que informaron de que los hijos del dirigente popular no estaban presentes, desde aquel entonces no he oído más que la compasión que han despertado los hijos de los políticos en algunos medios y en tertulias. Esto ha desembocado en que hasta el propio Felipe González se ha preguntado públicamente que “porqué un niño tiene que aguantar una presión en la puerta de su casa”. A mi esta manifestación del expresidente del Gobierno me ha parecido bastante desafortunada, no por el hecho de que pueda o no pueda tener razón en lo que dice sino por el hecho de que, al parecer, en este país los niños a proteger son los niños de los políticos, los hijos de aquellos que lo están pasando mal, de esos que diariamente reciben llamadas telefónicas y escritos de los bancos presionándoles, agobiándoles y haciéndoles la vida imposible amenazándoles con desahucios por haber cometido el “grave delito” de no poder hacer frente a sus compromisos de pago por una cosa tan “banal” como la de haberse quedado sin trabajo, como si el tener trabajo fuera una cosa imprescindible, los políticos trabajan poco y cobran mucho y además puntualmente, eso sin contar los “pluriempleos” de algunos de ellos, basta con decir que solo en la Comunidad Valenciana los jueces están investigando 141 causas de corrupción política. Pero volviendo a esos hijos que sus padres viven bajo la constante amenaza de quedarse en la calle, sobre estos niños nadie se manifiesta. Estos niños lo están pasado mal, muy mal, cualquier especialista puede dar fe de que los niños de corta edad son capaces de intuir que en su casa, a sus padres, está pasando algo fuera de lo normal, algo malo, y estos niños y adolescentes sufren y este sufrimiento alcanza su más alta crudeza cuando presencian como sus padres son sacados a rastras de sus casas por la policía esgrimiendo esta sus porras y con la pistola al cinto, como si sus progenitores fueran unos vulgares delincuentes. Hay quien no piensa en estas criaturas, aquí los únicos que sufren son los hijos de los políticos, esos hijos a los que no les falta de nada porque sus padres tienen “trabajo” y además muy bien pagado.
Hemos llegado al extremo de que todos aquellos que protestan contra los desahucios son tratados de “proetarras”, “kale borroka” y “antisistema” y de forma velada ya, algunos, han insinuado que lo que tienen que hacer los desahuciados es cumplir con sus compromisos de pago, los motivos por los que no puedan pagar es algo que a esta gentuza que les critica le tiene sin cuidado. Si eres pobre, si estás sin trabajo y sin ingresos, te jodes como dijo aquella diputada del PP cuyo nombre no merece ser mencionado y que aún sigue en su cargo y algunos de sus compañeros y simpatizantes la señalan como un ejemplo a seguir. Esta es la derecha, la derecha beata, la derecha del confesionario y de comunión diaria que limpia los pecados del día para seguir cometiéndolos al día siguiente, la derecha que cuando hace algo por el prójimo no lo hace de forma desinteresada y solidaria, lo hace para “salvar” su alma, para quedar bien con Dios aunque quede mal con toda la humanidad.
En fin, voy a acabar, por hoy, pero es lamentable que se hable, como lo ha hecho Felipe González, solamente de los niños del escrache y no se mencione a los niños del desahucio.
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