Cada cosa a su tiempo
Aquel que no se pueda alegrar de que la cifra de parados descienda en este país es, sin duda alguna, una persona que está fuera del contexto social y de la grave casuística que afecta a millones de parados y a sus familias.
Los 127.000 parados que han causado baja en la lista del desempleo junto con los 98.000 del mes de mayo puede suponer, dentro de lo malo, algo que nos debe alegrar a todos pues directa o indirectamente todos padecemos los efectos del paro. Dicho esto hay que decir también que veo exageradas e irresponsables las manifestaciones de los miembros del Gobierno que han echado las campanas al vuelo y hablan de recuperación en un vano intento por crear esperanza e ilusión entre la ciudadanía para que al final el resultado sea siempre el mismo: Engaño y frustración.
Cuando se siembra y posteriormente hay que recolectar la cosecha, esto último siempre debe hacer en el momento justo, cuando el fruto está en su punto más óptimo para que al consumidor le resulte atractivo y agradable. Nunca antes. El Gobierno ha “sembrado” con recortes, ajustes y reformas utilizándolos como semilla para obtener una buena cosecha de empleos y cuando apenas el fruto ha cuajado ha procedido a recoger el resultado de su siembra antes de que esta esté debidamente consolidada. En el caso de recoger la cosecha de puestos de trabajo, esta nunca debe ser llevada a cabo en vísperas de Semana Santa o de los meses de verano, junio, julio y agosto, esto da una imagen distorsionada e irreal de los resultados de la siembre y de la calidad del producto. Lo que realmente da unos resultados fiables es recoger esta cosecha en los días posteriores a la Semana Santa y en los meses de septiembre y octubre, si en estos períodos de tiempo las “ventas” se mantienen es que el producto es bueno y que la “siembra” ha dado los resultados que se esperaban. Esto es muy parecido al hecho de que cuando aparecen los primeros frutos, la novedad hace que la gente los adquiera sin estar en su punto óptimo para consumirlo y por tanto pasada la primera puesta en venta, la novedad, el producto, este deje de consumirse y hay que esperar a una segunda puesta en el mercado que es la que marcará el beneficio que puede dar al “sembrador” la cosecha. Hay que esperar y no vender la piel del oso antes de cazarlo, o lo que es lo mismo esperar a ver cómo evoluciona el desempleo a partir de finales de septiembre. Cada cosa a su tiempo.
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