Evangelizar al dinero
Una vez más el Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como el banco del Vaticano, se ha visto envuelto en feo asunto relacionado con el vil metal. No tuvo bastante con lo del Banco Ambrosiano que ahora la policía ha pillado con las manos en la masa al prelado italiano Nunzio Scarano, cuando intentaba blanquear 20 millones de euros en Suiza. Según los medios de comunicación Scarano controla varias constructoras en su ciudad natal, Salerno, y ha comprado viviendas de monjas para convertirlas en apartamentos de lujo. Por lo que se desprende de lo publicado en la prensa el prelado tenía relación con personajes poco recomendables que movían bastante dinero ilícito.
Cuando el Papa Francisco está empeñado en acabar con todo lo malo que rodea al banco vaticano, otros papas lo han intentado y no han podido conseguirlo, incluso se llegó a dudar de que el Papa Juan Pablo I falleciera de muerte natural y que su muerte estuviera relacionada con todo lo acontecido en el caso del Banco Ambrosiano, es evidente que todos los papas que han querido acabar con ese cáncer que afecta a las finanzas vaticanas no lo han conseguido, buena prueba de ello es que por parte de algunos se sigue con la intención de que el banco del Vaticano sea utilizado como una inmensa lavadora de dinero negro.
Es evidente que la corrupción está por encima de credos y religiones y que todo sirve o es aprovechable para obtener dinero recaudado de forma fraudulenta y posteriormente convertirlo en dinero legal, es muy posible que al prelado Nunzio Scarano le haya guiado la sana intención de realizar una labor evangelizadora convirtiendo el dinero “malo” en dinero “bueno”. Quién sabe. Los caminos del Señor son inescrutables. Mientras se mueven por el Vaticano esas cantidades, aquí en España los obispos piden a sus sacerdotes y al resto de los españoles que den parte de su salario -me viene a la mente el dinero que la Iglesia Española perdió al invertir en Gescartera- para ayudar a mantener los comedores sociales que están desbordados y faltos de medios para atender a todos aquellos que están sufriendo la crisis con mayor virulencia, que son millones. A este paso los humanos no vamos a saber en qué espejo mirarnos para ser unas personas de orden, honestas y decentes.
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