El efecto Draghi
Era un 26 de julio de 2012 y las cosas en los países de la Unión Europea estaban que echaban chispas y los ejes de la economía chirriaban de forma alarmante y amenazaban con fracturarse. Todo el conjunto de países que componen la UE estaban más que asustados. Pero mira por donde surgió la figura de Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo, pronunciando aquella balsámica frase de: “Durante mi mandato, el BCE está preparado para hacer lo que sea necesario para preservar el euro. Y créanme que será suficiente”. Fuimos muchos, muchísimos, los que supimos leer entre líneas el verdadero motivo de esta frase, y la conclusión a la que llegamos era bien sencilla: Se acercaba agosto y había que relajar el tenso ambiente de temor, de miedo, de un miedo que era presagio de la tragedia que se veía venir. El mes de agosto es para disfrutar y para descansar. Recuerdo que como consecuencia de esta frase de Draghi y en concordancia con la conclusión que saqué del contenido de la misma escribí un artículo en el que señalaba que esto no era más que un intento, muy cristiano, de quitarle el miedo al personal que cuando pasara agosto seguiríamos igual. No obstante las palabras del presidente del BCE surtieron su efecto y por aquellos días subió la bolsa y bajó la prima de riesgo. Pero no duró más de lo que dura la flor de un cactus.
Ahora, casi en víspera del mes de agosto, Rajoy y sus ministros han tomado como referencia la actitud de Draghi y el pasado 26 de abril pudimos contemplar en la rueda de prensa posterior al consejo de ministros, aquella patética imagen en TV y prensa escrita en la que se podía ver a Soraya Sáenz de Santamaría, a Luís de Guindos y a Cristóbal Montoro, con una cara de funeral que impresionaba dando cuenta de que la cosa iba bastante mal y no se veía la más mínima señal de que pudiera mejorar, más bien, así lo dieron a entender, la situación empeoraría, el Gobierno estaba noqueado, pero mira por donde el Ejecutivo y el partido que le apoya se han dado un “chute” de moral y todos a una desde el cargo menos relevante al más importante, con el apoyo de su fiel caverna mediática, afirman que la cosa mejorará a partir del segundo semestre de este año, que por cierto ya hemos entrado en él, posiblemente pensando en que agosto es un mes para el relax, y en poco más de dos semanas han pasado del más negro pesimismo al más resplandeciente optimismo, se les ve la misma cara que a aquel que le nace un hijo o un nieto. Ante esto he sacado la misma conclusión a la que llegué con la frase de Draghi: Quieren que pasemos unas vacaciones sin preocupaciones, tomando el sol y durmiendo plácidamente la siesta. Después Dios dirá, pero seguro estoy que dirá lo mismo que cuando lo de Draghi, ha pasado un año desde aquel entonces y las cosas siguen igual, el paro aumenta, la economía sigue sin tocar fondo, no por nada sino porque el pozo no tiene fondo, es un abismo sin fin y se siguen subiendo los impuestos, alcohol, tabaco y medio ambiente han sido los tres últimos. Desde la UE se siguen pidiendo más recortes y urgen a Rajoy a que reforme las pensiones, no para bien de los actuales y futuros pensionistas, y que suba el IVA. Parodiando a Julio Iglesias, se puede decir aquello de que “al final unos se quedan -el Gobierno- y la vida sigue igual”. Igual de mal claro.
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