¿Retorno al pasado?
No, no voy a relatar una película de ciencia ficción como por la pregunta que da título a esta reflexión se pudiera pensar, lo que pretendo a través de la misma es expresar mis temores a la posible vuelta de los fantasmas del pasado, a los malos tiempos de mi juventud y de la inmensa mayoría de los de mi generación.
Cuando uno a sus 74 años, como es mi caso, ve como en poco más de dos años se han perdido años y años de luchas y de sacrificios para conseguir un mundo mejor, más justo y donde la calidad de vida sea al menos medianamente aceptable, observas como empresarios de “altos vuelos” como el millonario presidente de Mercadona, Juan Roig, pronuncia frases tales como “tenemos que trabajar como chinos para seguir viviendo como españoles”. Cuando impresentables como el expresidente de la patronal CEOE, Díaz Ferrán, dice que “hay que trabajar más y cobrar menos”. Cuando el actual presidente de dicha patronal, Juan Rosell, asegura que “un millón a amas y amos de casa se han apuntado al paro en España para cobrar algún subsidio”, uno se pregunta que porqué esa fobia empresarial de los máximos representantes del empresariado hacia los trabajadores que no han hecho más que ayudarles a enriquecerse ¿qué mal le han hecho sus empleados? a lo mejor el mal ha consistido, o consiste, en que es cierto aquello que se dice de que “encima que les doy trabajo quieren cobrar”.
Mención aparte merecen las vampíricas recomendaciones que emanan de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), el laboratorio de ideas del PP, presidida por el expresidente del Gobierno, José María Aznar, otro nuevo rico, en las mismas se dan ideas tales como la exigencia de abaratar el despido, más aún de lo que ya lo está a raíz de las reformas laborales de Rajoy y que bajen los salarios proponiendo que las empresas puedan contratar un sueldo menor al Salario Mínimo Interprofesional (SMI), actualmente es de 645 euros, y que sea el Estado el que se haga cargo de la diferencia a través de ayudas que “podrían otorgarse vía cotizaciones empresariales o vía el propio salario”. De ahí a que FAES lance la “idea” de que el Estado tiene la obligación de que con dinero de los contribuyentes, le asegure los beneficios comerciales a los empresarios, a los de altos vuelos, claro, las pequeñas y medianas empresas y los autónomos, como siempre a “cascar”, para estos “ajo y agua”, solo hay un paso. Por cierto, “Santa Rita, Rita, Rita, lo que se da ya no se quita”, en Alemania ha entrado en vigor la reforma de las jubilaciones que permite retirarse a los 63 años a quienes hayan cotizado el seguro obligatorio durante 45 años, o sea, la señora Merkel se ha bajado las “bra…”. Hay que recordar que en España, Zapatero, subió la edad de jubilación a los 67 años por “recomendación” de la jefa de los alemanes, pero mira por donde se ha hecho bueno el dicho de “haz lo que yo te diga pero no lo que yo haga”. Zapatero ya no está pero si está Rajoy y al hilo de esta “bajada” de la Merkel debería restituir la edad de jubilación en España a los 65 años. Esto me trae a la mente que hace ya décadas un grupo de dirigentes de diversos países europeos decidieron unir sus fuerzas y sus ilusiones para engendrar la “Gran Europa”, el resultado final, el parto, ha culminado con el nacimiento de la “Gran Alemania”. Vivir para ver.
Sí, temo que vuelvan los fantasmas del pasado, me da miedo que vuelvan los tiempos en que los españoles trabajábamos 15 o 16 horas diarias a cambio de un mísero sueldo, eran los tiempos de mi juventud. En mi primer trabajo, a los catorce años, era el año 54, tuve ocasión de presenciar en la empresa en la que laboraba, escenas que solo olvidaré cuando haya muerto. Eran tiempos en los que lo que luego se llamó la percepción del Plus Familiar, los “puntos”, que la empresa pagaba al trabajador por su esposa y sus hijos, el Plus posteriormente pasó a cargo de la Seguridad Social. La cantidad destinada a los “puntos” venía dada por la aplicación de un porcentaje sobre la masa salarial mensual de la empresa y a partir de ahí se dividía por el total de puntos para sacar el valor de cada “punto” y a cada trabajador se le pagaba la parte que le correspondía. El dueño de la empresa en cuestión “retocaba” el montante de la masa salarial con lo cual la parte a percibir por cada trabajador se reducía notablemente. Cuando alguno de ellos protestaba el “empresario” o bien le sentaba durante tres o cuatro días en una silla, sin hacer nada, delante de sus compañeros o bien le ordenaba que moviera un montón de paquetes de un lado a otro y vuelta a empezar. Se trataba de hombres hechos y derechos, hombres duros que habían luchado en la Guerra Civil, padres de familia a los que de forma indigna se les humillaba y se les maltrataba por el mero hecho de pedir lo que les correspondía. No, esto no se me olvidará jamás, por eso todas esas manifestaciones de representantes empresariales y de organizaciones políticas como FAES me asustan y me hacen pensar si no nos encontramos ante un retorno al pasado.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home