¿España es diferente o es así?
El pasado día 12 los españoles no enterábamos de cómo un “usufructuario”, uno en concreto, había empleado el dinero que le proporcionaba la tarjeta black de Caja Madrid. El caso es que creo que nadie se escandalizó ya que poco a poco los ciudadanos de este país nos mostramos, a la fuerza ahorcan, bastante insensibles ante hechos poco edificantes
Resulta que ese día el que fuera miembro de la comisión de control en Caja Madrid donde por lo visto existió, aunque no lo parezca, un cierto control, menos mal, un tal Rafael Eduardo Torres que figuraba en dicha comisión representando a la UGT, le contó al juez Andreu que se había gastado 79.076 euros que figuran cargados en su tarjeta black utilizándolos para cubrir gastos como cartelería, pancartas o viajes para delegados del sindicato. También le contó al juez que todas las dietas que cobraba de dicha entidad bancaria se ingresaban directamente en la cuenta de UGT, esto al margen de la black, por lo que para los viajes y demás gastos sindicales usaba la tarjeta de marras.
Ya vamos viendo como unos y otros se han gastado el dinero, en total 12,5 millones de euros en diez años, mientras a los preferentistas se les robaba su dinero, pero eso sí, un robo dentro de la más estricta legalidad. En este país, como es sabido por todos, las grandes estafas y los grandes robos siempre se han hecho a la vista de todos y desde la más absoluta impunidad y sin que a uno solo de los que han cometido estas faltas ¿o son delitos? les haya recaído sanción alguna, no generalizo pero casi podría hacerlo, a la vista de lo cual me pregunto si es verdad que, como se suele decir, España es diferente o es que es así. Lo que sí ha quedado claro es que el dinero de las tarjetas black, el dinero de preferentistas y depositantes, podía servir también para sufragar actividades sindicales. Al menos así lo creyeron algunos.
El pasado día 14 la UGT celebró en Madrid una reunión, al parecer de delegados, en la que estuvo presente su líder Cándido Méndez, durante el desarrollo de la cual se habló de las tarjetas black. ¿Se hizo desde el atril o fue desde el púlpito? no, desde el púlpito no, es que ando algo confuso, deben ser cosas de la edad, no lo fue desde el púlpito se hizo desde el atril porque el señor que intervino, muy exaltado por cierto, habló de putas y dijo que algunos habían empleado el dinero de las black gastándoselo en putas, transcribo literalmente, pero que nadie de la UGT se lo había gastado en este “menester” y este tipo de expresiones no se pueden hacer desde el púlpito. No estaría nada bien. El caso es que el cabreado interviniente dijo que no había que arrodillarse ante nadie y añadía que todo era legal y que no había por qué avergonzarse de nada. Fue lo que vino a “clarificar”. Si él lo dijo…
No ha ocurrido lo mismo con Moral Santín, el representante de CC.OO que se gastó 456.000 euros con la tarjeta black de los cuales 367.000 euros los sacó en el cajero. Por lo visto no los empleó para “ayudar” a su sindicato, seguramente retiró ese efectivo para llevar dinero “suelto” en el bolsillo por si precisaba comprar el periódico o subir al bus público. Y se llama “Moral”.
Quiero que quede constancia de que esto no es una crítica a nadie en particular caso de serlo me hubiera referido a todos y cada uno de los “usufructuarios” de las celebérrimas tarjetas. Se trata de un simple comentario sobre un hecho que, al menos, debe ser reconocido como algo “fuera de lo normal”.
Pero en todo este asunto hay una actitud de arrepentimiento que hay forzosamente que resaltar, esta no es otra que la del que fuera número dos y hombre de confianza de Miguel Blesa en Caja Madrid, Matías Amat, que “retiró” 431.000 euros y devolvió, según la prensa, 42.042 euros, ha pedido al juez Andreu que se le reintegre esta devolución por considerar que se trataba de gastos de libre disposición. Se podrá pensar o decir lo que se quiera sobre esta decisión, pero lo que no se puede negar, en absoluto, es que se trata de una acción de arrepentimiento.
Un último comentario. El Gobierno cambia la terminología en parte del texto de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, a partir de ya a los “imputados” se les denominará “investigados”. El sentido semántico queda igual de confuso, pero lo que si queda claro es que “aunque a la mona la vistan de seda…” Es posible que el término corrupción se sustituya por la palabra enajenación. Al tiempo. ¿España es diferente o es así?
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