Hacia una España Mejor

viernes, abril 27, 2007

El fracaso de los obispos

Si digo que la Iglesia Católica está en crisis evidentemente no estoy descubriendo nada ni diciendo algo que sea novedoso. Desde mi perspectiva de creyente católico no practicante, observo como los obispos se quejan de la falta de vocaciones y de que la afluencia de fieles a las iglesias es mucho menor que lo era hace unos años. Culpan de ello a los nuevos hábitos sociales y, cuando el Gobierno es de signo izquierdista, al Gobierno. Los obispos se encuentran en esa situación en que se ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Lo primero que los obispos deberían hacer es verificar si su actitud de aproximación a la gente es la correcta y la que se corresponde con una sociedad en constante proceso de cambio. Es un hecho más que evidente que los obispos se han dedicado abiertamente al juego de la política y no hay más que ver las manifestaciones de los cardenales y arzobispos Rouco Varela y Cañizares y del obispo de Jaca, Jesús Sanz Santos, atacando de continuo todas las reformas sociales que lleva a cabo el actual Gobierno, así como acusándole abiertamente de ocultar la verdad sobre atentados terroristas como el del 11-M, cuando desde el Gobierno, desde todos los gobiernos socialistas, se estuvo y se está atentando contra la Constitución Española al mantener el Concordato con la Iglesia Católica que no se corresponde con un Estado aconfesional.
Los obispos deberían darse cuenta, a lo mejor es que miran para otro lado, que el problema de desarraigo hacia la Iglesia, que no a Dios, no se soluciona con hacer que la enseñanza religiosa, la católica, sea obligatoria en los colegios, la cuestión no es esta, el verdadero motivo es la lejanía con el pueblo llano, que, por cierto, cuando algún sacerdote logra acortarla le cierran la iglesia como ha sido el caso de Entrevías.
No quiero extenderme mucho en mis consideraciones pero sí deseo, como final a este comentario, pedir a los obispos que reflexionen y que piensen y mediten sobre por qué los que están en edad de casarse y los jóvenes que lo han hecho en estos últimos años y que todos ellos recibieron enseñanza católica en los colegios, un importante porcentaje de ellos han decidido formalizar su unión ante un alcalde o un juez y que los que están por hacerlo colapsan ayuntamientos y juzgados pidiendo fecha hasta tal punto que hay ayuntamientos que tienen su agenda para celebrar casamientos más que saturada.
No, los obispos no deben ocultar su fracaso criticando lo que hace, y tambíen lo que no hace, el Gobierno. Esa actitud perjudica a la Iglesia. La gente, que en su inmensa mayoría es creyente, no ve con buenos ojos que los que se dicen representantes de Dios en la Tierra se dediquen a la política. Los obispos tienen su foro, las iglesias, y los políticos el Congreso y el Senado. Cada uno en su casa y Dios, no los obispos, en la de todos
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