Éramos pocos...
Vaya por delante que todo aquel que lo desee tiene derecho a fundar su propio partido, no quisiera que este comentario se interpretara como una crítica a quien así lo decida. Lo que me lleva a escribirlo es el hecho de ver como la izquierda cada vez se va desintegrando y como setas en el bosque nacen nuevas plataformas y partidos de izquierda cuyo único objeto es que sus fundadores o dirigentes puedan meterse en cualquier federación de partidos de esa tendencia ideológica para conseguir ocupar “un lugar en el sol”.
La federación de partidos de izquierdas que un día fue Izquierda Unida, hoy, con la misma denominación, aglutina al PCE, Corriente Socialista, Los Verdes (en varias federaciones) Espacio Alternativo (corriente de opinión) Tercera Vía (corriente de opinión) y personas a título individual. Decir a estas alturas que la izquierda es lo más parecido, aunque obvio es decirlo, a los reinos de taifas, o una Torre de Babel donde todos pretendían lo mismo, construir la torre y llegar a lo más alto, pero al final la torre se vino abajo porque hablaban distintas lenguas, cuando de principio todos tenías la misma.
Está claro que la izquierda en España siempre ha sido un reino de taifas o una Torre de Babel y es por eso por lo que se vino abajo la Segunda República y es por eso por lo que la derecha se rehízo después de la muerte del dictador y ha vuelto a gobernar en España (1996-2004 y 2011-…). La izquierda, o los que la controlan nunca aprenderán la lección, muy posiblemente y desde luego seguro que sin pretenderlo, José María Aznar les enseñó cual era el camino a seguir, los que tengan buena memoria y si no ahí están las hemerotecas, recordarán que recién ganadas por el Partido Popular las elecciones generales de 1996 Aznar dijo aquello de: “Hemos ganado cuando no teníamos a nadie a nuestra derecha”. Eso, sin duda alguna fue lo que llevó a Aznar primero y a Rajoy después a presidir el Gobierno de España.
La dividida izquierda siempre ha funcionado con pactos que al final han acabado como el rosario de la aurora, pactos que en muchos momentos no han hecho más que propiciar la ingobernabilidad más que la gobernabilidad. El espectáculo que dio Julio Anguita, cuando era coordinador general de IU, con la célebre “pinza” al alimón con Aznar a Felipe González, cuando este presidía el Gobierno, fue tan lamentable como escandalosa. Ahora se vuelven a repetir las cosas, se vuelve a caer en el mismo error y el antiguo dirigente de Izquierda Unida ha constituido la Plataforma Cívica, lo que no ha aclarado, al menos yo no se lo he oído decir, es si esta plataforma lo ha creado para apoyar a la derecha cuando gobierne la izquierda como ya hizo anteriormente, o para qué, por cierto esto dejó a Izquierda Unida bastante “tocada” hasta el punto de que le está costando reponerse.
Ahora se destapa también Gaspar Llamazares creando otro partido de izquierdas, Izquierda Abierta, cuya finalidad, imagino, no va a ser precisamente la de lograr gobernar en este país, si no lo consiguió Izquierda Unida que en su fundación aglutinó en su seno a casi la práctica totalidad de los partidos de izquierdas salvo al PSOE, no creo que Llamazares lo vaya a lograr. Todo el mundo tiene derecho a soñar pero cierto es que como dijo Calderón “los sueños, sueños son”. Aznar, lo consiguió, logró meter a toda la derecha dentro de unas mismas siglas y ganó, posteriormente perdió por su torpeza a la hora de aclarar la autoría del 11M, pero pasado esto el PP ha vuelto a ganar.
Está claro que así la izquierda no va a llegar nunca a tener un poder hegemónico, cohesionado y con las mismas coordenadas que le puedan llevar a un punto en el que la gestión al frente del Gobierno sea exitosa y fructífera para los españoles y desde luego si no hay generosidad, humildad y capacidad para renunciar dando paso, confianza y apoyo a los mejores, si esto no se da entre los dirigentes de los distintos grupúsculos que la forman, la izquierda lo tiene bastante mal. El votante de izquierdas está harto, desmotivado y desilusionado ante tanta desunión y lucha fratricida. Éramos pocos y parió la abuela.
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