El Tajo es agua pasada
Es evidente que el trasvase Tajo-Segura tiene los días contados, lo que la derecha, Franco, nos concedió mediante la Orden Ministerial de 30 de julio de 1966, es ahora la misma derecha, pero con Rajoy al frente, la que nos retrocede a aquellos momentos en que la pertinaz sequía que sufrimos en esta zona vuelva a provocar serios problemas a nuestros agricultores y no solamente al medio rural sino al urbano.
Creo que a nadie se le escapan las cordiales relaciones que existente entre los máximos responsables de los sindicatos de regantes y las autoridades ministeriales a la hora de tratar sobre si se precisan más trasvases o no. Yo creo que entre partes que están obligadas a debatir y a discutir este tipo de cuestiones no debe primar la cordialidad sino el buen razonamiento y la receptividad por parte de aquellos que, por decirlo de algún modo, tienen la sartén por el mango, me refiero a los políticos. El grado de cordialidad ha llegado ya a tal punto que incluso se conceden medallas unos a otros, lo cual demuestra que el menos en lo que concierne a los representantes de los regantes es hora de ir cambiando nombre y caras. Cuando se entra en el terreno de la amistad de la cordialidad y del “buen rollo” es cuando las cosas comienzan a ir mal en particular para quienes no tienen el poder decisorio o sea para quienes reivindican de continuo y no encuentran otra respuesta que la de recibir, una y otra vez, una larga cambiada.
No voy a mencionar nombres, ya lo haré en su momento, pero creo que va siendo hora de que al menos cuatro de estos dirigentes agrarios presenten su renuncia y dejen paso a otros que los hay y que puedan dinamizar todo el proceso reivindicativo dejando al margen “simpatías” y “afectos” que en nada benefician a los agricultores. Se puede ser cordial y correcto en los debates pero guardando el debido rigor y sobre todo la debida firmeza. Ya está bien de que los actuales representantes se reúnan con los gobernantes se vuelvan a sus lares llenos de euforia cuando solo han escuchado palabras y promesas huecas como el tiempo y las circunstancias se han encargado de demostrar. Los actuales representantes de los campesinos están obsoletos y quemados por lo que como antes he dicho es necesario un cambio de nombres y de caras. Todo lo que esto tarde en producirse irá en perjuicio del campo.
El futuro hídrico de nuestra provincia a fin de cubrir las necesidades de agua para riego y para el consumo humano pasa indudablemente por el trasvase Júcar-Vinalopó y por las desaladoras, pero ello no será posible hasta que algunos depongan su cuasi sectaria actitud y se olviden de banderías y partidismos y sobre todo que dejen de poner palos en las ruedas, en este caso portones, que evitan el que los suministros del Júcar y de las desaladoras lleguen a las resecas tierras alicantinas y fluyan por los grifos de los hogares. Los hay, esto cada día se nota más, que se han empecinado en no aceptar estos flujos porque son proyectos y soluciones dadas por los gobiernos socialistas, si hubiera sido un logro de la derecha ya llevaríamos años utilizando las aguas tanto del Júcar como de las desaladoras. Buena prueba de la intolerancia a las desaladoras la dio aquel alcalde torrevejense hoy en la cárcel por delincuente.
No encontramos ante una situación nueva pero no por ello, lamentablemente, menos esperada. Por todo ello hay que abogar por nuevos nombre, nuevas caras, nuevas formas de reivindicar, nueva gente preparada que la hay y buscar soluciones para posibilitar unos precios asequibles tanto para el agua de riego como para la de consumo humano sea cual sea su procedencia. Pero para eso hace falta que se produzca un cambio de mentalidades y de actitudes, está claro que las que actualmente gestionan los intereses del campo están más que quemados, incluso algunos de ellos da la sensación de que sufren el síndrome de Estocolmo. Todos tenemos nuestros buenos momentos y para los actuales dirigentes agrarios esos momentos ya han pasado. Por cierto es muy posible que alguien esté pensando en el Ebro, aquello fue el sueño de una noche de verano, jamás hubo tal deseo de llevarlo a cabo, Aznar, su “promotor”, gobernó ocho años y no hizo nada y ahora Rajoy con cuatro tampoco. Vamos a lo que hay y lo que hay son el Júcar y las desaladoras. El Tajo es agua pasada. El Tajo ya es historia. Efectivamente hay un memorándum que obliga a trasvasar a Castilla-La Mancha, pero está bien a las claras que ese aporte acabará siendo testimonial, por tanto todo lo que se tarde en pasar página es perder un tiempo que en agricultura no se puede permitir.
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