El efecto Aylan
En estos tiempos en que vemos imágenes que nos llenan de horror, de indignación y de vergüenza, y en las que a diario vemos a personas, entre ellas a muchos niños, víctimas de la irracional actitud de los que se denominan como animales racionales, me refiero a eso que siempre hemos definido como seres humanos y cuya capacidad humana está más que en entredicho y que hoy, unos desde lo que han dado en llamar legitimidad para lanzar bombas sobre personas inocentes y otros desde la no menos bárbara actitud de utilizar el ya terrorífico “coche bomba”, perpetran verdaderos e injustificables asesinatos, el asesinato jamás puede ser justificado, por mucho que algunos se empeñen en afirmar que sí siempre que sea en nombre de un dios, de una creencia religiosa o de unos intereses económicos.
Como al principio digo hemos visto escenas imposibles de entender y mucho menos asumir que van más allá de la crueldad, de esa crueldad que los “humanos” llevamos escondida en nuestro interior y que últimamente dejamos que aflore con suma facilidad y frecuencia. Hemos podido ver a miles de personas inocentes masacradas sin que podamos llegar a comprender el porqué de este horroroso proceder de gente descerebrada y de dirigentes políticos insensibles ante las desgracias de todo tipo que afectan a la humanidad y que nos quieren hacer creer que vivimos en un mundo sin guerras donde se respeta el derecho a la vida cuando la dura realidad es que el mundo está en llamas, donde hay guerras y por tanto destrucción, miseria, hambre, desolación, miedo, terror y muerte.
Sí, contemplamos a diario imágenes que son horrendas, pero de todas ellas yo destaco la que considero que más ha impactado y que como es de suponer se trata de la del pequeño Aylan, el niño sirio de solo tres años de edad, hallado sin vida en una playa del mar Egeo, una víctima inocente, una más de momento, esto no tiene visos de acabar, que con su hermano de cinco años y de su madre corrieron la misma suerte que él huyendo del horror y de los efectos de una guerra que nadie sabe con certeza si tiene razón de ser, nunca una guerra se puede razonar, ni que es lo que realmente se pretende conseguir salvo mostrar la barbarie y el salvajismo que los humanos llevamos dentro.
Hemos visto en los medios de comunicación, con demasiada frecuencia, fotos que han herido nuestra sensibilidad y que en ocasiones hemos criticado al medio que las ha publicado tachándolo de sensacionalista y de oportunismo comercial, pero creo que ha sido todo un acierto la publicación, en reiteradas ocasiones, el mostrarnos la imagen del pequeño Aylan. Ha sido mucho más impactante que el mostrarnos a varios niños víctimas del bombardeo “oficial” o de la acción de unos terroristas, seguro, supongo, por la soledad que rodeaba a esta víctima inocente, a este niño al que el terror de una guerra ha llevado a la muerte sin que tuviera conocimiento, por su corta edad, de lo terrible y cruel que es un conflicto armado.
Después de vista esa escena, a los gobernantes, de los pueblos civilizados, esos gobernantes que ordenan que se lancen bombas sobre la población civil masacrando a personas de todas las edades, parece ser que se les ha despertado la parte de buena conciencia, no muy grande, y solidaridad, muy escasa también, y se han lanzado a abrir sus fronteras y dar asilo a todos aquellos que huyen del terror, a esto yo le llamo el “efecto Aylan”, porque seguro estoy de que esta actitud de los gobernantes no es fruto de su buena disposición y de su lado humano no va a durar mucho tiempo, olvidan con facilidad y solo actúan ante situaciones como la que ha provocado la foto del desdichado niño arrojado a la orilla por las olas de un mar a través del cual su familia buscaba un mundo mejor. Se trata únicamente de un gesto para la “galería” y de que no son tan insensibles, como muchísimos consideramos, ante las desgracias humanas. Esto se olvidará, todos los sabemos, y volveremos a asistir y a vivir episodios y situaciones tan cruentas o más que las que nos ha deparado la trágica muerte del pequeño Aylan.
Acabo recordando lo dicho por otro niño sirio, este de trece años de edad, manifestando que ellos no quieren venir a Europa, ellos lo que quieren es que paren la guerra en su país. Que paren las guerras.
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