Eso sí es solidaridad
Si yo fuera de esa clase de personas que acostumbran a escribir en un dietario lo que diariamente les acontece, hoy, martes 21 de junio, ya metidos en el verano del 2011, escribiría lo siguiente: “Hoy me siento inmensamente feliz y emocionado como nunca lo he estado. Aunque lo he podido constatar en algunas ocasiones, muy pocas, hoy he tenido la gran suerte de poder palpar lo que es el principio de solidaridad. Ha sido como consecuencia de una acción solidaria llevada a cabo por más de cien personas en la Avda. de la Libertad, aquí en Elche y de pronto, y sin pensarlo, me he unido a ellas. El motivo de ese movimiento era el de que un ocupante de un piso en dicha avenida iba a ser desahuciado y allí estaba ese centenar largo de personas intentando impedirlo. Me ha parecido un hermoso gesto de solidaridad y digno de ser apoyado por todo aquel que se precie de ser una persona de bien. Debo decir que a duras penas he podido contener las lágrimas”.
Dicho lo anterior, de antemano pido disculpas a los que lean este comentario por si en algún pasaje del mismo puedo parecer insultante, la causa puede ser la indignación, la enorme indignación, que siento. Lo que he presenciado esta mañana es un abuso total que sufren las personas que por las circunstancias que sean, en la mayoría de los casos por haberse quedado sin trabajo, no han podido pagar su hipoteca. El hecho de poner a estas personas en la calle es ya de por sí bastante duro, pero es más duro aún cuando se les condena a seguir pagando su hipoteca.
Todos sabemos que las leyes las hacen los hombres y las mujeres, supuestos seres humanos o animales racionales, que con la promulgación de una ley que manda y ordena que aquel al que le sea embargada su vivienda por no pagar una hipoteca tenga que seguir pagándola y obligado a abandonarla, demuestran su insensibilidad ante hechos nada deseables. Estas leyes solo pueden hacerlas aquellos o aquellas a los que se pueden considerar como animales irracionales a más de inhumanos y totalmente faltos de sentimientos y de amor hacia el prójimo.
Los españoles, aunque allende nuestras fronteras todo anda bastante parecido, estamos indignados y cada día más, al ver tanta maldad en los que nos dirigen y no me refiero al Gobierno de turno porque tanto el Ejecutivo como el Partido Popular se han mostrado contrarios a modificar una ley que es un auténtico atropello y que sobrepasa los límites de lo que debe ser una ley justa sin que cree situaciones de angustia para nadie. Esta pléyade de políticos “zampabollos”, unos por propia naturaleza y otros por consentidores y aguantar, no sabemos si por conservar el sueldo o porqué, ya que lo cierto y verdad es que no hacen nada, salvo honrosas y contadas excepciones, por aguantar y no hacer nada para evitar que todo esto ocurra.
Esta ley es una ley sucia y agresiva, que atenta contra los más humildes, los más pobres y que favorece a los que tienen y retienen el capital, el dinero. Estos, fácil es el adivinarlo, no son otros que los bancos. Esos que dijo la ministra Salgado, la de Economía, que no eran culpables de la crisis y que el verdadero culpable era el crédito. Habrá que aclararle a la ministra quien daba el crédito sobrevalorando el valor de los inmuebles: los bancos, Si de verdad los políticos, todos, están ahí para hacer algo por los ciudadanos lo que deben de hacer de inmediato es modificar esta ley, una norma ruin, miserable y cruel. La Justicia puede que sea ciega, pero quien en realidad le pone la venda para que no vea son los legisladores, los políticos.
Acabo pidiendo disculpas a aquel que se pueda sentir aludido si en algún momento le he faltado al respeto, a lo mejor es porque se lo ha ganado a pulso, y citando la frase de Felipe González: “Hoy más que nunca me siento militante, pero menos simpatizante”
Dicho lo anterior, de antemano pido disculpas a los que lean este comentario por si en algún pasaje del mismo puedo parecer insultante, la causa puede ser la indignación, la enorme indignación, que siento. Lo que he presenciado esta mañana es un abuso total que sufren las personas que por las circunstancias que sean, en la mayoría de los casos por haberse quedado sin trabajo, no han podido pagar su hipoteca. El hecho de poner a estas personas en la calle es ya de por sí bastante duro, pero es más duro aún cuando se les condena a seguir pagando su hipoteca.
Todos sabemos que las leyes las hacen los hombres y las mujeres, supuestos seres humanos o animales racionales, que con la promulgación de una ley que manda y ordena que aquel al que le sea embargada su vivienda por no pagar una hipoteca tenga que seguir pagándola y obligado a abandonarla, demuestran su insensibilidad ante hechos nada deseables. Estas leyes solo pueden hacerlas aquellos o aquellas a los que se pueden considerar como animales irracionales a más de inhumanos y totalmente faltos de sentimientos y de amor hacia el prójimo.
Los españoles, aunque allende nuestras fronteras todo anda bastante parecido, estamos indignados y cada día más, al ver tanta maldad en los que nos dirigen y no me refiero al Gobierno de turno porque tanto el Ejecutivo como el Partido Popular se han mostrado contrarios a modificar una ley que es un auténtico atropello y que sobrepasa los límites de lo que debe ser una ley justa sin que cree situaciones de angustia para nadie. Esta pléyade de políticos “zampabollos”, unos por propia naturaleza y otros por consentidores y aguantar, no sabemos si por conservar el sueldo o porqué, ya que lo cierto y verdad es que no hacen nada, salvo honrosas y contadas excepciones, por aguantar y no hacer nada para evitar que todo esto ocurra.
Esta ley es una ley sucia y agresiva, que atenta contra los más humildes, los más pobres y que favorece a los que tienen y retienen el capital, el dinero. Estos, fácil es el adivinarlo, no son otros que los bancos. Esos que dijo la ministra Salgado, la de Economía, que no eran culpables de la crisis y que el verdadero culpable era el crédito. Habrá que aclararle a la ministra quien daba el crédito sobrevalorando el valor de los inmuebles: los bancos, Si de verdad los políticos, todos, están ahí para hacer algo por los ciudadanos lo que deben de hacer de inmediato es modificar esta ley, una norma ruin, miserable y cruel. La Justicia puede que sea ciega, pero quien en realidad le pone la venda para que no vea son los legisladores, los políticos.
Acabo pidiendo disculpas a aquel que se pueda sentir aludido si en algún momento le he faltado al respeto, a lo mejor es porque se lo ha ganado a pulso, y citando la frase de Felipe González: “Hoy más que nunca me siento militante, pero menos simpatizante”
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