El desastre del 98
En 1898 España perdía las cuatro últimas colonias que poseía en ultramar, Guam y Filipinas en el Pacífico y Cuba y Puerto Rico en el Caribe, todo ello como consecuencia, según algunos historiadores, de la impotencia política y de la falta de apoyo de las grandes potencias. Hoy, 114 años después, España a través de los intereses de las empresas españolas, pierde sus propiedades en ultramar, primero fue la expropiación por parte del Gobierno argentino de las acciones de la petrolera Repsol YPF y ahora la expropiación, cuasi “manu militari”, de las acciones de la filial de Red Eléctrica Española en Bolivia. La historia se repite, actualmente España tiene un Gobierno débil y por tanto impotente y el apoyo de sus aliados más poderosos, entiéndase la Unión Europea, es inexistente, circunstancias estas que han sido aprovechadas primero por Argentina y después, casi acto seguido, por Bolivia para saquear los intereses económicos españoles. Ninguno de estos dos países tuvo el detalle de informar al débil Gobierno de Rajoy de lo que iban a hacer, se podría decir que se ha enterado por la prensa. Como se suele decir, le han ninguneado.
El Gobierno español se ha limitado a señalar que esta expropiación por parte de Bolivia no es un ataque a España sino una adaptación al ordenamiento constitucional boliviano. Sea un mandato constitucional o como se le quiera llamar lo cierto y verdad es que los bolivianos podrán decir que lo hecho ha sido respetando la legalidad, “su” legalidad, pero la realidad es que se trata de un acto de piratería tal y como fue lo de Repsol YPF. Las mismas fuentes gubernamentales españolas manifiestan que la prueba de que este hecho no tiene nada que ver con el caso de la petrolera, es que el presidente de Repsol se encuentra en Bolivia para inaugurar junto con el presidente boliviano, Evo Morales, aquel al que tanto criticó el PP y a través de él aprovechó para meterle caña a Zapatero, y ahora, lo que son las cosas, intentan disculpar, el encuentro es para inaugurar una planta gasística. Esto no quiere decir absolutamente nada hoy se dan la mano y mañana se dan de bofetadas, no olvidemos que la presidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner y su difunto esposo y expresidente Néstor Kirchner, bendijeron en su día la adjudicación a Repsol de la petrolera argentina YPF y ya hemos podido ver lo que ha acontecido después. Las personas cambian de opinión, de criterio y de actitud y en política mucho más. Ejemplos de ello los tenemos a diario, no hay más que fijarse en la máxima de Rajoy: “Donde dije digo, digo Diego”.
Está claro que la cosa no va a acabar en Argentina y Bolivia, con un Gobierno débil, el de España, que se somete a los dictados de un dirigente de otro país. No hay más que recordar el reciente visto bueno que Alemania ha dado a los Presupuestos Generales del Estado español y de la detallada y exhaustiva explicación que de los recortes, ajustes o reformas como se le llama últimamente a todo lo que el Gobierno está haciendo, se le ha dado a Alemania ¿qué se puede esperar de un Gobierno sin criterios que da cuenta a una nación extranjera de lo que está haciendo y piensa hacer para que esta le dé su bendición? ¿Qué se puede esperar de un Gobierno que fundamenta su gestión en la mentira? ¿Qué capacidad ética y moral se le puede atribuir? ¿Qué credibilidad tiene? Y no digamos de su presidente, Mariano Rajoy, que anda huyendo de los periodistas y da cuenta de los ahora llamadas “reformas”, antes “recortes” y después “ajustes”, cuando se encuentra a miles de kilómetros de España. Está claro que así no vamos ni a la puerta de calle, a lo mejor porque ya estamos en medio de ella.
El Gobierno español se ha limitado a señalar que esta expropiación por parte de Bolivia no es un ataque a España sino una adaptación al ordenamiento constitucional boliviano. Sea un mandato constitucional o como se le quiera llamar lo cierto y verdad es que los bolivianos podrán decir que lo hecho ha sido respetando la legalidad, “su” legalidad, pero la realidad es que se trata de un acto de piratería tal y como fue lo de Repsol YPF. Las mismas fuentes gubernamentales españolas manifiestan que la prueba de que este hecho no tiene nada que ver con el caso de la petrolera, es que el presidente de Repsol se encuentra en Bolivia para inaugurar junto con el presidente boliviano, Evo Morales, aquel al que tanto criticó el PP y a través de él aprovechó para meterle caña a Zapatero, y ahora, lo que son las cosas, intentan disculpar, el encuentro es para inaugurar una planta gasística. Esto no quiere decir absolutamente nada hoy se dan la mano y mañana se dan de bofetadas, no olvidemos que la presidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner y su difunto esposo y expresidente Néstor Kirchner, bendijeron en su día la adjudicación a Repsol de la petrolera argentina YPF y ya hemos podido ver lo que ha acontecido después. Las personas cambian de opinión, de criterio y de actitud y en política mucho más. Ejemplos de ello los tenemos a diario, no hay más que fijarse en la máxima de Rajoy: “Donde dije digo, digo Diego”.
Está claro que la cosa no va a acabar en Argentina y Bolivia, con un Gobierno débil, el de España, que se somete a los dictados de un dirigente de otro país. No hay más que recordar el reciente visto bueno que Alemania ha dado a los Presupuestos Generales del Estado español y de la detallada y exhaustiva explicación que de los recortes, ajustes o reformas como se le llama últimamente a todo lo que el Gobierno está haciendo, se le ha dado a Alemania ¿qué se puede esperar de un Gobierno sin criterios que da cuenta a una nación extranjera de lo que está haciendo y piensa hacer para que esta le dé su bendición? ¿Qué se puede esperar de un Gobierno que fundamenta su gestión en la mentira? ¿Qué capacidad ética y moral se le puede atribuir? ¿Qué credibilidad tiene? Y no digamos de su presidente, Mariano Rajoy, que anda huyendo de los periodistas y da cuenta de los ahora llamadas “reformas”, antes “recortes” y después “ajustes”, cuando se encuentra a miles de kilómetros de España. Está claro que así no vamos ni a la puerta de calle, a lo mejor porque ya estamos en medio de ella.
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