Patatas calientes
Sin temor a equivocarse se puede pensar que a los jueces que entienden en los casos Gürtel y Urdangarín, Pedreira y Castro respectivamente, les han puesto en las manos una patata caliente. Los españoles ya piensan que por motivos obvios el juicio del caso Gürtel no se va a celebrar nunca. El 12 de febrero de 2009 se dictó auto de prisión preventiva contra Francisco Correa, al cual se considera el principal actor de la trama y después de llevar tres años en la cárcel, ingresó en dicha fecha en la cárcel de Soto del Real, y el único juicio que se ha celebrado en lo que se refiere al caso Gürtel ha sido el del exjuez Baltasar Garzón que como es sabido fue condenado y depuesto de su cargo por el tema de las escuchas. Hay que reconocer, justo es hacerlo, la diligencia y la prontitud que se tuvo para enjuiciar y condenar a Garzón. Todo un ejemplo de lo que en agilidad e inmediatez debería ser y caracterizar a la Administración de Justicia.
En la misma fecha que Correa, ingresó el que está considerado como su segundo en la trama, Pablo Crespo, que precisamente cuando faltaban once días para cumplir tres años en prisión, fue puesto en libertad bajo fianza el pasado uno de febrero. Pero allí ha quedado la patata caliente, dicho sea con el máximo respeto. A Francisco Correa, le quedan dos opciones para ser puesto en la calle, o del mismo modo que Pablo Crespo, libertad bajo fianza, cosa un tanto difícil si el juez mantiene su certeza de que Correa puede evadirse a otro país, o esperar a que pasen cuatro años, falta menos de uno, recordemos que ingresó en prisión el 12 de febrero de 2009, con lo cual si el juicio no ha tenido lugar tendrán que ponerlo en libertad. Yo creo que a este asunto se le ha aplicado una cierta sordina y que su ruido está siendo bastante amortiguado lo cual nos puede llevar a pensar que no se quiere tirar del hilo por lo que pueda surgir y que el escándalo que se pueda montar tenga repercusiones políticas importantes. El hecho de que la Audiencia Nacional haya “repescado” a Bárcenas, Galeote y Merino, cuyos procedimientos contra ellos en el caso Gürtel fueron sobreseidos provisionalmente por el juez Antonio Pedreira, creo que no va a tener mayor trascendencia para agilizar las diligencias en lo que se refiere a llevar a cabo un pronto juicio.
La segunda patata caliente, se la han colocado al juez José Castro, instructor del caso Urdangarín. A este juez le han encargado que instruya un caso que afecta a una clase de personaje de especial relieve al estar emparentado muy directamente con la Casa Real, es decir gente de altos vuelos. Algo muy parecido a lo de Garzón, salvando las distancias que puedan existir entre políticos y jefatura del Estado, con la realeza en definitiva. Es evidente que el hecho de que el juez Castro no haya aceptado el que la infanta Cristina sea llamada a declarar sobre las actividades de su marido Iñaki Urdangarín y que en cambio sí se haya llamado a la esposa del socio de este, Diego Torres, para que preste declaración cuando esta no figuraba ni ocupaba ningún cargo dentro de Nóos y la infanta sí, es algo que llama poderosamente la atención. La mayoría de los españoles creen que la infanta estaba al tanto de las actividades de su esposo, pues no se explica muy bien que adquieran un palacete valorado en más de seis millones de euros, según los distintos medios de comunicación, y se muestre totalmente autista, sin sorprenderse ni preguntar “de donde”, no mostrando, al parecer, el menor interés por saber la génesis de tan valiosa adquisición.
Es indudable y no pongo en duda la profesionalidad tanto de Pedreira como de Castro, que a ambos les han puesto en las manos una patata caliente que les va a ser muy difícil soltarla de tal modo que el final de todo esto no quede en entredicho su proceder y profesionalidad. Ambos casos son complicados y es muy difícil el poder nadar y guardar la ropa.
En la misma fecha que Correa, ingresó el que está considerado como su segundo en la trama, Pablo Crespo, que precisamente cuando faltaban once días para cumplir tres años en prisión, fue puesto en libertad bajo fianza el pasado uno de febrero. Pero allí ha quedado la patata caliente, dicho sea con el máximo respeto. A Francisco Correa, le quedan dos opciones para ser puesto en la calle, o del mismo modo que Pablo Crespo, libertad bajo fianza, cosa un tanto difícil si el juez mantiene su certeza de que Correa puede evadirse a otro país, o esperar a que pasen cuatro años, falta menos de uno, recordemos que ingresó en prisión el 12 de febrero de 2009, con lo cual si el juicio no ha tenido lugar tendrán que ponerlo en libertad. Yo creo que a este asunto se le ha aplicado una cierta sordina y que su ruido está siendo bastante amortiguado lo cual nos puede llevar a pensar que no se quiere tirar del hilo por lo que pueda surgir y que el escándalo que se pueda montar tenga repercusiones políticas importantes. El hecho de que la Audiencia Nacional haya “repescado” a Bárcenas, Galeote y Merino, cuyos procedimientos contra ellos en el caso Gürtel fueron sobreseidos provisionalmente por el juez Antonio Pedreira, creo que no va a tener mayor trascendencia para agilizar las diligencias en lo que se refiere a llevar a cabo un pronto juicio.
La segunda patata caliente, se la han colocado al juez José Castro, instructor del caso Urdangarín. A este juez le han encargado que instruya un caso que afecta a una clase de personaje de especial relieve al estar emparentado muy directamente con la Casa Real, es decir gente de altos vuelos. Algo muy parecido a lo de Garzón, salvando las distancias que puedan existir entre políticos y jefatura del Estado, con la realeza en definitiva. Es evidente que el hecho de que el juez Castro no haya aceptado el que la infanta Cristina sea llamada a declarar sobre las actividades de su marido Iñaki Urdangarín y que en cambio sí se haya llamado a la esposa del socio de este, Diego Torres, para que preste declaración cuando esta no figuraba ni ocupaba ningún cargo dentro de Nóos y la infanta sí, es algo que llama poderosamente la atención. La mayoría de los españoles creen que la infanta estaba al tanto de las actividades de su esposo, pues no se explica muy bien que adquieran un palacete valorado en más de seis millones de euros, según los distintos medios de comunicación, y se muestre totalmente autista, sin sorprenderse ni preguntar “de donde”, no mostrando, al parecer, el menor interés por saber la génesis de tan valiosa adquisición.
Es indudable y no pongo en duda la profesionalidad tanto de Pedreira como de Castro, que a ambos les han puesto en las manos una patata caliente que les va a ser muy difícil soltarla de tal modo que el final de todo esto no quede en entredicho su proceder y profesionalidad. Ambos casos son complicados y es muy difícil el poder nadar y guardar la ropa.
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