La tía Jacinta
Desde que en 1981, el que fuera ministro de Sanidad en el Gobierno de la UCD, Jesús Sancho Rof, dijera aquello de que “es un bichito del que se conoce el nombre y el primer apellido pero no el segundo, es tan pequeño que si se cae de la mesa se mata”, así describía Sancho Rof al supuesto causante de aquella enfermedad que fue llamada como síndrome tóxico o neumonía atípica hasta que se descubrió que el envenenamiento era producido por el consumo humano de aceite de colza desnaturalizado, adulterado, lo del “bichito” que “si se caía de la mesa se mataba al ser muy pequeño” le costó el cargo al ministro que tuvo que dimitir, desde aquel entonces, han tenido que pasar 31 años, para que otro ministro de Sanidad, en este caso ministra, Ana Mato, se haya permitido ser protagonista de otra tontería o chorrada como la de Sancho Rof, que afecta a la salud de las personas. No sé porqué en este país algunos responsables de la cosa de la Sanidad se lo han tomado poco en serio y creen que con la salud de los ciudadanos se pueden hacer gracietas.
La ministra Ana mato, se he permitido anunciar una “limpieza” del catálogo de fármacos financiados, que en su opinión se pueden sustituir por “alguna cosa natural”. Seguramente se referirá a las tisanas, las hierbas y al agua de carabaña, sin olvidar el aceite de ricino y las cataplasmas hecha a base de harina de linaza, así como el papel de estraza, un trozo de tela a la que se le unía el papel, previamente calentado y untado de aceite y sal y se ponía en el cuello del enfermo para bajarle la subida de garganta, principalmente para aliviarle la tos, este remedio fue el precursor del Vick Vaporub. Debería haber sido más explícita la ministra, pero claro, eso ya es pedir demasiado.
Esta medida que propone Ana Mato, me ha recordado a la tía Jacinta, si recurrimos como antaño hacíamos a la tía Jacinta, podemos abaratar el costo de los médicos de la plantilla de la Sanidad Pública. La tía Jacinta, creo que muchos la recordarán, era una conocida y popular curandera que habitaba en una casa de campos en la zona rural del pueblo de Crevillente (Alicante), a muy pocos quilómetros de Elche, y a ella acudían todos aquellos que sufrían alguna dolencia que los médicos no acertaban a erradicar, se hablaba por aquel entonces que hubo un médico en Elche que cuando no acertaba con el diagnóstico recomendaba al enfermo que fuera a ver a la tía Jacinta, esto es rigurosamente cierto, podría dar hasta el apellido del médico pero no lo considera necesario, entre otras cosas porque hace muchísimos años que falleció. La tía Jacinta no aceptaba dinero, por lo que los que la visitaban le llevaban arroz, garbanzos, lentejas y todo tipo de legumbres o productos alimenticios enlatados, era el único pago que aceptaba. La ministra de Sanidad debería elaborar un censo con el nombre y la dirección de todos los curanderos que hay en España para que los enfermos acudieran a ellos y de este modo la nómina global de la Sanidad Pública descendería muy sustancialmente.
Sabido es que la lumbalgia es algo que nos suele “atacar” de vez en cuando y los médicos deciden enviar a los afectados para que les hagan una resonancia para ver cómo está la zona con lo cual se encarece el tratamiento. Yo recuerdo que en otros tiempos estaba el señor que “echaba las cañas” para curar o aliviar esta dolencia. El método consistía en que el enfermo se ponía frente al que “echaba las cañas” y ambos separados por unos pasos, sujetaban las dos cañas a cada lado de sus caderas sin hacer ningún movimiento y si las cañas se juntaban en el centro ello quería decir que el afectado tenía los riñones “aporreados”. Para poner en condiciones al paciente le daba unos potingues que él mismo elaboraba para que se diera unas friegas y le recomendaba que se pusiera una faja de tela como la que usan los “mañicos” enrollada a la cintura, y así hasta que la cosa fuera mejorando. Esto también podría suponer un buen ahorro de dinero. Los medios a emplear son baratos: solo hacen falta dos cañas.
Yo creo que la idea de sustituir los medicamentos por “alguna cosa natural” como pretende la ministra merece la máxima atención, al decir la “máxima atención” me refiero a no perder de vista a esta ministra por lo peligrosa que pueda resultar, porque Sancho Rof dimitió, pero estoy seguro de que Ana Mato no lo va a hacer. Así que cuidado, mucho cuidado. La cosa no es para tomársela a broma.
La ministra Ana mato, se he permitido anunciar una “limpieza” del catálogo de fármacos financiados, que en su opinión se pueden sustituir por “alguna cosa natural”. Seguramente se referirá a las tisanas, las hierbas y al agua de carabaña, sin olvidar el aceite de ricino y las cataplasmas hecha a base de harina de linaza, así como el papel de estraza, un trozo de tela a la que se le unía el papel, previamente calentado y untado de aceite y sal y se ponía en el cuello del enfermo para bajarle la subida de garganta, principalmente para aliviarle la tos, este remedio fue el precursor del Vick Vaporub. Debería haber sido más explícita la ministra, pero claro, eso ya es pedir demasiado.
Esta medida que propone Ana Mato, me ha recordado a la tía Jacinta, si recurrimos como antaño hacíamos a la tía Jacinta, podemos abaratar el costo de los médicos de la plantilla de la Sanidad Pública. La tía Jacinta, creo que muchos la recordarán, era una conocida y popular curandera que habitaba en una casa de campos en la zona rural del pueblo de Crevillente (Alicante), a muy pocos quilómetros de Elche, y a ella acudían todos aquellos que sufrían alguna dolencia que los médicos no acertaban a erradicar, se hablaba por aquel entonces que hubo un médico en Elche que cuando no acertaba con el diagnóstico recomendaba al enfermo que fuera a ver a la tía Jacinta, esto es rigurosamente cierto, podría dar hasta el apellido del médico pero no lo considera necesario, entre otras cosas porque hace muchísimos años que falleció. La tía Jacinta no aceptaba dinero, por lo que los que la visitaban le llevaban arroz, garbanzos, lentejas y todo tipo de legumbres o productos alimenticios enlatados, era el único pago que aceptaba. La ministra de Sanidad debería elaborar un censo con el nombre y la dirección de todos los curanderos que hay en España para que los enfermos acudieran a ellos y de este modo la nómina global de la Sanidad Pública descendería muy sustancialmente.
Sabido es que la lumbalgia es algo que nos suele “atacar” de vez en cuando y los médicos deciden enviar a los afectados para que les hagan una resonancia para ver cómo está la zona con lo cual se encarece el tratamiento. Yo recuerdo que en otros tiempos estaba el señor que “echaba las cañas” para curar o aliviar esta dolencia. El método consistía en que el enfermo se ponía frente al que “echaba las cañas” y ambos separados por unos pasos, sujetaban las dos cañas a cada lado de sus caderas sin hacer ningún movimiento y si las cañas se juntaban en el centro ello quería decir que el afectado tenía los riñones “aporreados”. Para poner en condiciones al paciente le daba unos potingues que él mismo elaboraba para que se diera unas friegas y le recomendaba que se pusiera una faja de tela como la que usan los “mañicos” enrollada a la cintura, y así hasta que la cosa fuera mejorando. Esto también podría suponer un buen ahorro de dinero. Los medios a emplear son baratos: solo hacen falta dos cañas.
Yo creo que la idea de sustituir los medicamentos por “alguna cosa natural” como pretende la ministra merece la máxima atención, al decir la “máxima atención” me refiero a no perder de vista a esta ministra por lo peligrosa que pueda resultar, porque Sancho Rof dimitió, pero estoy seguro de que Ana Mato no lo va a hacer. Así que cuidado, mucho cuidado. La cosa no es para tomársela a broma.
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