Bien, vale, estupendo ¿y ahora qué?
Veinticuatro de octubre de 2014, una buena noticia en los medios de comunicación, esperada y nada relevante pero al fin y a la postre buena. La EPA nos muestra que en el tercer trimestre, julio, agosto y septiembre, el desempleo en España ha bajada en 195.000 personas. Todo normal, la cosa es estacional ya que es en los meses de verano cuando el paro baja. Mariano Rajoy, da saltos de alegría y la ministra de Desempleo, Fátima Báñez, se baila unas sevillanas. Se ha creado empleo de calidad y estable, afirman. Cuando todo esto salió a la calle me dije: Bien, vale, estupendo ¿y ahora qué? y no tardé en recibir la respuesta a través de la prensa. Tres días después, el día 27 de octubre de 2014, la prensa nos daba la noticia de que en la provincia de Alicante el número de alicantinos que trabajan sin cotizar ha aumentado en más de 21.000 desde marzo, o sea, el clandestinaje aumenta. Ante esta noticia no cabe más que preguntarse que donde está ese empleo de calidad y estable del que tanto presume Rajoy, porque imagino, seguro, que esto no sucede solo en nuestra provincia. Hay que señalar que los datos del paro de octubre aumentan en 80.000 parados más. Sí, es para estar contentos tanto Rajoy como la Báñez que tienen empleo y un buen sueldo.
Veintisiete de octubre de 2014 otra buena noticia, esta para un círculo muy selecto y reducido, para los banqueros. La banca española supera las pruebas de resistencia sin necesitar más capital. Quince bancos españoles han superado las pruebas de estrés a las que les ha sometido el Banco Central Europeo (BCE). Rajoy se presenta exultante de alegría y entusiasmo ante los españoles: La banca española está capitalizada, dice Rajoy, y lo proclama casi a voz en grito. Volteo general de campanas tocando a gloria. Al igual que en el caso del desempleo mi impresión fue la de “bien, vale, estupendo” pero la interrogante era la misma: ¿Y ahora qué? Está muy bien, para los banqueros, que tenga sus arcas repletas de dinero, pero los bolsillos de los españoles están cada vez más vacíos. Los estantes de las grandes cadenas dedicadas al ramo de la alimentación están a tope, mientras las neveras de millones de hogares de españoles están vacías y tanto Caritas como las diferentes ONG que ofrecen comidas a los más necesitados que son cientos de miles y los bancos de alimentos se ven desbordados e impotentes para poder dar una comida medio decente a la avalancha de personas que a diario acuden a ellos para poder subsistir físicamente. Los beneficios de la banca aumentan al propio tiempo que su plantilla de personal disminuye de forma muy notable. Pero Rajoy está contento y eso es lo que verdaderamente debe importarnos a los españoles. Es bueno y saludable para un país que hasta los gobernantes mentirosos como Rajoy estén contentos.
De ese “¿y ahora qué?” yo esperaba que bancos como Bankia y el Sabadell, este último receptor de la “asesinada” CAM, que son de los que mejores “notas” han obtenido en este test del BCE, Bankia gracias a los 22.000 millones que hemos aportado todos los españoles y por tanto considerados como bancos suficientemente capitalizados, esperaba, repito, que devolvieran el dinero de las preferentes y concederían la dación en pago a todos aquellos que han sido engañados, estafados y desahuciados, estos últimos seguirán pagando sus hipotecas por unas viviendas de las que fueron expulsados y a las que jamás podrán volver. Esperaba también que al estar capitalizada la banca española se darían créditos a las pymes, a los emprendedores y a los autónomos que son los motores de la economía de este país y los que crean el mayor número de puestos de trabajo y a las familias para que pudieran adquirir una vivienda, pero no, como se puede ver digo “esperaba”, hablo en pasado, y lo hago porque estoy seguro de que nada de eso se va a dar. Esas noticias jamás verán la luz porque nunca se producirán.
A decir verdad no soy muy optimista sobre el futuro de este país aún a pesar de que tenemos quince bancos situados entre los mejores de Europa según el BCE y tenemos cuatro reyes, dos reyes y dos reinas, pero la miseria económica a nivel de calle es total y la sensación de ingobernabilidad es más que manifiesta. Pero no se trata de cantidad, se trata de buena voluntad y de que los más poderosos arrimen también el hombro y sobre todo de que los gobernantes se pongan el mono de trabajo, pero no para hacerse la foto sino para levantar pared. Bien, vale, estupendo ¿y ahora qué?
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