Ocho años perdidos
Quien le iba a decir a Urdaci, tres años después, que su “ímprobo esfuerzo” no iba a servir para nada; que un presidente llamado José Luís Rodríguez Zapatero que por lo visto no estaba, ni está, de acuerdo con el “ortodoxo” método de control de los medios de comunicación públicos practicado por Aznar, decidió , nada más tomar posesión del cargo, que había que poner al frente de TVE a personas con menos “capacidad organizativa” que la que poseía Urdaci y que se pudiera llegar al extremo de emplazar, durante casi dos horas, a todo un presidente del Gobierno para que se sometiera al interrogatorio de cien ciudadanos españoles sin conocer de antemano ninguna de las preguntas que le iban a formular y que después los que organizaron ese bis a bis entre presidente de Gobierno y ciudadanos de a pie sigan dirigiendo sus programas sin ningún tipo de temor a ser “arrinconados” y quien sabe si despedidos.
Eso, se quiera o no, forma parte de un talante, de una forma de ser y de hacer, porque ¿se imagina usted las respuestas de Aznar, cuyos impulsos son emitidos desde la brusquedad, la intolerancia, la soberbia, el egocentrismo y su falta de respeto a la inteligencia de las personas? ¿Se imagina usted a Aznar soportando algunas de las preguntas que le hicieron a Zapatero? Yo no me lo imagino, bueno la verdad sea dicha es que sí me lo imagino lanzando duras miradas al presentador del programa y acentuando ante esos cien ciudadanos su ya permanente gesto de cabreo del que no logra desprenderse. ¿Hubiera respondido del mismo modo en que lo hizo Zapatero cuando le preguntaron si estaba de acuerdo con que Aznar fuera llevado ante un tribunal por lo de la guerra de Iraq? Yo creo que no. No hay más que recordar el juicio de los GAL cuando Aznar y los suyos estaban por encarcelar a Felipe González.