Hacia una España Mejor

viernes, mayo 16, 2008

Carta a un obispo


Señor obispo: Yo no se si usted está en contra o no, alguno de sus colegas sí lo está, de que se apliquen los cuidados
paliativos a un enfermo de cáncer en situación terminal. Hace pocos días acabamos de dar sepultura a un viejo y querido amigo que ha fallecido como consecuencia de esa trágica dolencia. Me cuenta su esposa, que ha estado todo ese tiempo a su lado, que los dos últimos meses su esposo los pasó rabiando de dolor, hasta tal punto que dos semanas antes de producirse el fallecimiento habló con los doctores que atendían a su marido y les conminó a que le aplicaran algún sedante que hiciera que su esposo pudiera morir sin sufrir la tortura de un dolor atroz como lo estaba padeciendo, al propio tiempo les recriminó que porqué no lo habían hecho mucho antes, respondiéndole los médicos que querían tenerlo consciente para que luchara contra la enfermedad. La esposa de mi amigo, les espetó que luchar para qué si estaba claro que la cosa no tenía solución y todos lo sabían desde hacía mucho tiempo.
Señor obispo: ¿Porqué se empeñan ustedes que todos lo pasemos tan mal como la pasó Jesús en la cruz? Jesús, según cuenta la Biblia, murió por salvarnos a nosotros. No creo que Jesús deseara para los demás todo el mal que había pasado él. ¿No se han dado ustedes cuenta de que al oponerse a los cuidados paliativos en enfermos terminales invocando a Dios, están dando la sensación de que el catolicismo es sectario? ¿Para que están los medicamentos para aliviar o erradicar el dolor en los enfermos terminales? ¿Para tenerlos en una estantería? ¿Están tan mal vistos por la Iglesia Católica esos fármacos al igual que lo está la investigación sobre las células madre? ¿Se condena al fuego eterno a los enfermos terminales a los que se le aplican esos lenitivos?
Señor obispo: Mi amigo no tenía solución y lo pasó mal, muy mal, antes de dejarnos, por lo que ruego, y perdone usted la forma de expresión, que me aclare si lo que la Iglesia Católica nos desea es que haya que joderse antes para morirse después. Esto me cuesta creerlo. Eso solo puede pensarlo y defenderlo alguien cuyos esquemas mentales no los tiene debidamente ordenados.