El siguiente puedes ser tú
A medida que se van dando datos sobre el aumento de los parados, a pesar de que en estos meses de verano se ha producido un alza en el empleo pero que no contribuye a bajar de forma significativa el número de personas en paro, alza que a partir de ya y con la finalización de la etapa veraniega veremos que, como siempre por estas fechas, fue el sueño de una noche de verano, nos vamos dando cuenta de las “bondades” de la reforma laboral llevada a cabo por Mariano Rajoy, esa reforma que nos iba a llevar a acabar con el paro, que iba a crear empleo pero que al final se ha podido comprobar que ha resultado ser todo lo contrario: los parados aumentan. Un derivado de la reforma laboral es la “liberalización” de los ERE, una “liberalización” que según el Gobierno iba a tener una incidencia muy positiva a la hora de crear nuevos puestos de trabajo. El resultado de esta medida tan “positiva” se traduce en que el número de trabajadores afectados por expedientes de regulación de empleo (ERE) alcanzó los 221.188 trabajadores en el primer semestre, lo que supone un 48,6% más que en el mismo periodo de 2011. Todo ello desde que el Gobierno decidió, a través de la reforma laboral, que no era necesaria la autorización administrativa para poner en marcha un ERE.
El número de expedientes, según los distintos medios de comunicación, de afectados por despidos colectivos llevados a cabo desde el inicio de la crisis “se ha visto agudizado desde la entrada en vigor de la reforma laboral como consecuencia de la suspensión de la autorización administrativa, el acortamiento de los plazos de ejecución y la ampliación de las situaciones en las que se pueda utilizar esta modalidad de despido”. Las empresas solo deben justificar nueve meses consecutivos de caídas de facturación o ingresos, sin necesidad de pactarlo con los trabajadores, para poder llevar a cabo un despido colectivo. Cualquier ciudadano que profesionalmente haya trabajado entre libros de contabilidad sabe cómo se pueden “justificar” esas “caídas” de facturación, “caídas” que figuran en los libros de contabilidad pero que dudo mucho de que para justificar la adopción de un ERE y su posterior aprobación, merezcan el ser revisados o investigados por los inspectores de Hacienda para comprobar la veracidad de esas “caídas”. Sabemos que aquí en España eso de que “hasta el más tonto hace relojes de madera y funcionan” es una realidad, pero no por la agudeza del “más tonto” sino por la atonía de los servicios de inspección a cualquier nivel.
Son muchos los que han asistido y siguen haciéndolo, impasibles e indiferentes a las manifestaciones de todo tipo que se llevaron a cabo contra la reforma laboral, que aunque movilizó a decenas de miles de trabajadores en la calle, la mayoría de ellos estaban en al paro, parecía que la cosa no podía afectar a los que tenían un trabajo, muchos de estos “impasibles e indiferentes” puede que en la actualidad estén ya figurando en las listas del INEM, lo cual hace bueno aquello de que “cuando las barbas de tu vecino veas quemar pon las tuyas a remojar”. Esto debe de enseñarnos a que no hay que mostrar indiferencia ante una situación que de momento no afecta a todos, pero que a no dudar les puede tocar a todos. Echo de menos en las manifestaciones una pancarta en la que el lema sea el de: “El siguiente puedes ser tú”.
Ya es hora de que todos vayan aprendiendo la lección y unirse y mostrarse solidarios con aquellos a los que ya les ha “tocado”. La unión y la solidaridad son dos “específicos” que si son debidamente utilizados pueden suponer una eficaz vacuna para evitar males mayores.
El número de expedientes, según los distintos medios de comunicación, de afectados por despidos colectivos llevados a cabo desde el inicio de la crisis “se ha visto agudizado desde la entrada en vigor de la reforma laboral como consecuencia de la suspensión de la autorización administrativa, el acortamiento de los plazos de ejecución y la ampliación de las situaciones en las que se pueda utilizar esta modalidad de despido”. Las empresas solo deben justificar nueve meses consecutivos de caídas de facturación o ingresos, sin necesidad de pactarlo con los trabajadores, para poder llevar a cabo un despido colectivo. Cualquier ciudadano que profesionalmente haya trabajado entre libros de contabilidad sabe cómo se pueden “justificar” esas “caídas” de facturación, “caídas” que figuran en los libros de contabilidad pero que dudo mucho de que para justificar la adopción de un ERE y su posterior aprobación, merezcan el ser revisados o investigados por los inspectores de Hacienda para comprobar la veracidad de esas “caídas”. Sabemos que aquí en España eso de que “hasta el más tonto hace relojes de madera y funcionan” es una realidad, pero no por la agudeza del “más tonto” sino por la atonía de los servicios de inspección a cualquier nivel.
Son muchos los que han asistido y siguen haciéndolo, impasibles e indiferentes a las manifestaciones de todo tipo que se llevaron a cabo contra la reforma laboral, que aunque movilizó a decenas de miles de trabajadores en la calle, la mayoría de ellos estaban en al paro, parecía que la cosa no podía afectar a los que tenían un trabajo, muchos de estos “impasibles e indiferentes” puede que en la actualidad estén ya figurando en las listas del INEM, lo cual hace bueno aquello de que “cuando las barbas de tu vecino veas quemar pon las tuyas a remojar”. Esto debe de enseñarnos a que no hay que mostrar indiferencia ante una situación que de momento no afecta a todos, pero que a no dudar les puede tocar a todos. Echo de menos en las manifestaciones una pancarta en la que el lema sea el de: “El siguiente puedes ser tú”.
Ya es hora de que todos vayan aprendiendo la lección y unirse y mostrarse solidarios con aquellos a los que ya les ha “tocado”. La unión y la solidaridad son dos “específicos” que si son debidamente utilizados pueden suponer una eficaz vacuna para evitar males mayores.
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