Empobrecidos
Cuando uno ya cree que su capacidad de asombro y de indignación está saturada, nuevos episodios te obligan a que procedas a compactarla para ampliar dicha capacidad. Ahora nos encontramos con que el marido de la Infanta Cristina y por tanto yerno del Rey, Iñaki Urdangarín, nos ha salido diciendo que si se le obliga a depositar la fianza de 8,2 millones de euros impuesta por el juez se vería abocado a “un injusto empobrecimiento”. Ante esto uno piensa que para empobrecerse primero tiene que haberse enriquecido como así lo ponen de manifiesto las diligencias judiciales por supuestos ingresos de dinero obtenido de forma irregular, por lo que de momento parece ser que el enriquecimiento no ha sido todo lo “justo” que debiera serlo. Esta afirmación del marido de la Infanta nos lleva más allá de la indignación y la causa no es otra que la de pensar en esos millones de españoles que se han, más bien los han, empobrecido, sin haber llegado nunca a enriquecerse, mucho menos a comprarse palacetes. Empobrecimiento a todas luces injusto ya que ellos no son culpables del mal hacer de sus gobernantes y de los que ejercen la usura, en otros tiempos perseguida por la justicia, bajo el amparo de la ley.
Cientos de miles de familias se han visto en la calle, la usura y la justicia les han obligado a ello, por haber cometido el “delito” de haberse quedado sin el único bien al que tienen derecho: el del trabajo y como consecuencia de ello sin ingresos. Casi dos millones de familias no disponen de ingreso alguno por estar todos sus miembros en situación de desempleo. Algunos de los desahuciados han sido acogidos en casas de familiares y otros viven en la calle o en habitáculos, en definitiva, en una situación tercermundista, y acuden a los comedores sociales o a buscar comida en los contenedores de basura. En lo que a mí respecta me importa poco y me preocupa menos, el “injusto empobrecimiento” del yerno del Rey, porque puesto en lo peor no tendrá que vivir en la calle ni acudir para buscar el sustento diario a los comedores sociales o a los cubos de basura, como poco será acogido en la casa de sus suegros, en la que mantenemos todos los españoles, y mientras otros están en chabolas o a la intemperie él y su familia vivirán en un palacio y usaran cubiertos de plata y de fina porcelana para comer. Seguirán disfrutando de los placeres que a algunos, no a todos, les ofrece la vida.
Estamos viviendo unos tiempos en los que el cinismo, la hipocresía y la falta total y absoluta de respeto a los ciudadanos campan a sus anchas. Si no fuera porque los medios de comunicación informan más allá de nuestras fronteras de lo que está sucediendo en España, sin duda alguna este país sería la envidia del mundo entero en lo que respecta a la decencia de sus dirigentes políticos. Aquí todos son impolutos e inmaculados como si de vírgenes de tratara. Todos repiten lo mismo cuando se les acusa de un supuesto delito: “Eso es falso”. “Nos quieren hundir”. “Los delincuentes son ellos”. “Al que difunda estas mentiras lo vamos a llevar ante los tribunales” entre otras amenazas. Cuando no se dan cuenta de que la gente no es tonta y de que la evidencia es más que cierta.
En este país ocurren cosas que ni la cuadratura del círculo sería tan sorprendente como lo que a diario estamos viendo. Un país donde se “despide” a un juez y por tanto se le despoja de su condición de tal por haber llevado a cabo unas escuchas con la intención de detectar e intentar evitar que los encartados en el caso Gürtel procedieran a un posible blanquero de dinero. Ahora un abogado defensor de alguno de estos sospechosos afirma que Hacienda “acordó” que los imputados podían acogerse a la amnistía fiscal. Ante esta afirmación nos volvemos a encontrar con las excusas de siempre, sobre todo con la de “eso es falso”. El abogado de Bárcenas aseguró en su día que su cliente se había acogido a la amnistía y que habían legalizado casi once millones de euros a través de una de sus empresas. Otra vez lo mismo: “Eso es falso”. Ahora veremos en qué queda esa sospecha del juez que entiende en el caso Gürtel de que hay más de veinte personas sobre las que existen sospechas de estar relacionadas con este caso se han acogido también a esta dispensa concedida por el Gobierno. Y ahora nos sale el Urdangarín haciéndose la víctima. ¡Hombre, ya está bien!
Ya veremos que ocurre cuando a ese 55% de jóvenes sin trabajo no puedan seguir manteniéndolos sus padres y sus abuelos. Eso sí me preocupa.
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