Hacia una España Mejor

viernes, mayo 15, 2015

Los ricos no lloran, van a la huelga

A la hora de escribir esta reflexión todavía no se sabe si los gladiadores que luchan sobre la hierba del rectángulo balompédico dándole patadas al esférico van a ir a la huelga o no pero en cualquier caso quiero poner de manifiesto que la verdad es que no entiendo que bien entrado el siglo XXI y en un país como España donde el analfabetismo está prácticamente erradicado, haya algunos que pretendan hacernos creer, seguramente por padecer el síndrome de Estocolmo por su contacto diario con los futbolistas, intenten convencernos de que esta huelga que plantean no es por unos intereses crematísticos de los profesionales del balompié sino por un pulso entre el presidente de la Federación Española de Fútbol y el Secretario de Estado para el Deporte, este último dicen que con el apoyo del Ministerio de Hacienda. Nada más lejos de la realidad. Es una huelga pura y dura movida por intereses económicos. No hace falta ser muy inteligente ni perspicaz para darse perfecta cuenta de donde verdaderamente les duele a los señores que suelen correr con una pelota entre sus pies o dándole patadas. Como ejemplo dos apuntes: No quieren, los futbolistas, que se varíe la norma sobre derechos de imagen. Esta podría suponerles una merma en sus ingresos ya que tendrían que cotizar más a Hacienda. El 100% de lo que un jugador de fútbol cobra por su fichaje se concreta en un 85% de “ficha” y un 15% por “derechos de imagen”. Este último concepto, que al fin y a la postre es una consecuencia derivada de su “fichaje” resulta que tiene un tipo de gravamen fiscal mucho más bajo que el que se aplica al restante 85%. Luego, por supuesto, sí es cuestión de dinero. Por otro lado pretenden que tampoco se varíe la condición de que cuando ficha por un club la comisión del representante del “trabajador” del fútbol sea a cargo del representado sino que como lo viene siendo, en la mayoría de los casos, en la actualidad sea a cargo del club, algo que sin duda alguna repercute en el precio de las entradas y en el de los abonos por temporada. Es decir, el pagano el de siempre: el espectador, el ciudadano de a pie. Es como si el representante de un artista ofrece los servicios de este a un empresario teatral o de sala de fiestas y le cobra la comisión al propietario del local. Ilógico y nada normal ¿verdad? Lo que la nueva normativa pretende es que lo pague el jugador y no el club. Muy normal, ahora bien lo que se pretende es que, dicen que no es por dinero, al interesado, al “figura”, al “Dios”, le resulte todo limpio y sea más “feliz”. En estos últimos tiempos estamos asistiendo a la investigación judicial de adinerados futbolistas por fraude comprobado y supuesto fraude a la Agencia Tributaria, hay quienes han considerado esta actitud de la Justicia y de Hacienda como una irresponsabilidad ya que puede influir en el “rendimiento” del encartado en el rectángulo de juego. Una verdadera tragedia. ¿Qué va a pasar? ¿Qué será de nosotros los hinchas? Lo importante es que los cracs sean felices y que nada ni nadie perturbe su tranquilidad llevándoles al desasosiego y por tanto a la falta de concentración a la hora de chutar a puerta. Lo cierto es que el futbol, sus instituciones, se han convertido en un poder fáctico más, eran pocos y… Estamos llegando al extremo de que mientras en España el Gobierno pretende que la recaudación por la prostitución pase a engrosar el PIB, lo que significa integrar a las mujeres que la practican en el mundo laboral y en el sistema fiscal vendiendo su cuerpo, muy suyo por cierto y por tanto libre de así hacerlo, otros quieren que por cobrar al vender su imagen no se les aumente su aportación al erario público. Alegan los huelguistas que su vida profesional es muy corta y por tanto debe ser bien remunerada. Por lo visto pretenden que muchos futbolistas que no van más allá de ser unos tuercebotas vivan el resto de sus días, después de unos pocos años en activo, de lo obtenido por su actividad deportiva. En este país habitan y laboran a diario un incontable número de ciudadanos que día a día aportan su esfuerzo y sus notables conocimientos profesionales en una más que encomiable lucha para que el conjunto de la sociedad funcione adecuadamente en beneficio de todo el colectivo y todo ello sin poder plantear una huelga porque sus medios económicos y su precariedad laboral no se lo permiten y es por ello por lo que a pesar de sus reconocidas y excelentes aptitudes profesionales tienen que trabajar muy duramente hasta muy avanzada edad para el final poder subsistir con una mísera pensión. Ante esto nos encontramos con quienes pretenden, en un corto espacio de tiempo y dándole durante unos cuantos años patadas a un balón como único aporte al desarrollo comunitario, vivir opíparamente de por vida. Lamentable. Esto es un insulto y una falta de respeto para los millones de españoles parados y sin ingresos o con subsidios y pensiones de hambre. Alguien dijo que los ricos también lloran, pero no, los ricos no lloran, van a la huelga.